Conseja de la muerte hermosa
«Entonces la muerte le hizo una visita...»
Cuento folklórico
I La muerte me visita cierto día. Es hermosa la muerte: tiene senos robustos, fino talle y ojos llenos de un azul de cristal en lejanía. En llegando ya sé que es muerte mía. Con movimientos lánguidos y obscenos me enloquece y sorbiendo sus venenos siento, a ratos, que el alma se me enfría. Lee mis libros, se adapta a mis costumbres, repite mis ideas y sus gestos ponen en mí gozosas pesadumbres. Cuando se va, me deja bien escrita su dirección y dice: «Un día de estos quiero que me devuelvas la visita». II Advierto, entonces, que ya no hay salida, pues su mirada clara me importuna y sé que cogeré, a sol o a luna, el camino que lleva a su guarida. Y aunque empiezo a engañarla con la vida, a darme plazos, a pensar en una tarde feliz de cara a la fortuna, bien yo sé que la muerte no me olvida, que tengo que tocar, al fin, su puerta con la valija hecha y el sombrero en la mano marchita y entreabierta. Me despido de todos mis amigos después de tanto ardid y a su agujero húmedo me abalanzo, sin testigos. |
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