Django Reinhardt abría sus actuaciones con el Quintette du Hot Club de France
Podría haber elegido cualquier otra de sus canciones, pero Django Reinhardt abría sus actuaciones con el Quintette du Hot Club de France con este tema, así que supongo que es lo suficientemente emblemático. La grandeza de su obra consiste en haber cogido un género importado –el jazz norteamericano- y conseguir desarrollarlo como algo propio en aquel París de los años 30, junto con el violinista Stéphane Grappelli.
De alguna forma, trasformaron un formato conocido de moda en algo nuevo, en un estilo de jazz continental –posteriormente conocido como manouche jazz o gipsy swing-, en el que mezclaron influencias de la cultura romaní de Reinhardt con los sones tan centroeuropeos del violín de Grapelli, todo ello impulsado por una particular técnica de tocar la guitarra impuesta por la manquedad del primero.
Para mí, Django Reinhardt y Stéphane Grappelli representan la mejor versión de Europa: la abierta y acogedora, la culta y creativa, capaz de asimilar influencias externas y de reconvertirlas haciéndolas suyas. El final de aquella Europa de entreguerras ya lo conocemos: sucumbió víctima de la peor versión de sí misma, esa que hoy en día parece que desperezca.
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