viernes, 7 de abril de 2017

Pai meu (Amén, camarada), un poema de Claudio Rodríguez Fer

Pai meu (Amén, camarada), un poema de Claudio Rodríguez Fer

El escritor Claudio Rodríguez Fer.

A meu pai, Claudio Rodríguez Rubio



Pai meu que estiveches no cárcere:
solidario sexa o teu nume,


veña a nós o teu reino sen reis
e fágase a túa xenerosa vontade
aquí na Terra, e nos astros do ceo
a dos cosmonautas rusos
nos que ti criches contra todo deus.
Que o pan noso de cada día
o poidamos gañar
coma ti honradamente
e perdoa que aínda non teñamos feita
a revolución da conciencia
que traia paz, xustiza e liberdade
a este mundo dominado por quen as destrúe.
O teu exemplo non nos deixará caer na tentación
do esquecemento ou da indiferenza
para librarnos do mal por nós mesmos.
Amén, camarada.


Do libro Ámote vermella (Xerais, 2009).



Padre mío
(Amén, camarada)

A mi padre, Claudio Rodríguez Rubio
Padre mío que estuviste en la cárcel:
solidario sea tu numen,
venga a nosotros tu reino sin reyes
y hágase tu generosa voluntad
aquí en la Tierra, y en los astros del cielo
la de los cosmonautas rusos
en los que tú creíste contra todo dios.
Que el pan nuestro de cada día
lo podamos ganar
como tú honradamente
y perdona que todavía no hayamos hecho
la revolución de conciencia
que traiga paz, justicia y libertad
a este mundo dominado por quien las destruye.
Tu ejemplo no nos dejará caer en la tentación
del olvido o de la indiferencia
para librarnos del mal por nosotros mismos.
Amén, camarada.
Traducción del gallego al castellano por el autor.
*Claudio Rodríguez Fer es poeta. Su último libro, Valente vital (Ginebra, Saboya, París) (Universida de Santiago, 2015). 

jueves, 6 de abril de 2017

Wislawa Symborska: el ingenio, humor y sabiduría de una poeta Premio Nobel

Wislawa Symborska: el ingenio, humor y sabiduría de una poeta Premio Nobel



Wislawa Szymborska

Prosas reunidas: el arte de la concreción

Escribir la reseña de un libro de “no reseñas” es cuanto menos un reto si se pretende trasmitir la frescura de una obra tan ingeniosa y locuaz como es esta. Las Prosas reunidas de Wislawa Symborska recopilan en un solo volumen todas las Lecturas no obligatorias de la celebrada autora polaca, en tapa dura y con el exquisito acabado que caracteriza a la editorial MalPaso (una favorita de esta casa).
Szymborska es esa escritora de nombre impronunciable —y paradójicamente de poesía tan legible y cercana—,  a la que muchos no conocíamos antes de que recibiese el Premio Nobel de literatura en 1996 e incluso después de eso solo de oídas. En mi caso fue tan solo hace cuatro años que me topé, en un taller de poesía, con esos largos versos tan característicos suyos. Poemas que invitan a mirar el mundo más allá de tus narices, desde un antiantropocentrismo de lo más inspirador, y en los que se tratan cuestiones trascendentales de manera tan accesible y desenfadada que hay que releerlos varias veces para captar la ironía y profundidad desde la que están escritos.
La obra de Wislawa Szymborska es siempre un perfecto conducto por el que asomarnos con curiosidad al mundo apreciando sus peculiaridades y contagiándonos de sana fascinación.
Pero no es su poesía la que se reúne en esta edición sino, tal como el título indica, su prosa. En concreto una serie de textos cortos que Szymborska escribió durante la época en la que trabajó como crítica para diversos medios de su país. Tras leer el interesante prologo explicativo de su traductor Manuel Bellmunt Serrano, puedes abordar el libro como te plazca: de atrás hacia delante, volumen por volumen o abriendo cualquier página al azar. El orden en el que lo leas no va a influir en la genialidad de su contenido ya que cada ensayo es redondo en si mismo.
Más que críticas prefiero referirme a estos textos como “no reseñas”, teniendo en cuenta que la propia Szymborska no consideraba que fuesen críticas literarias como tal, sino su particular síntesis sobre ciertas obras que carecían de interés estrictamente literario pero sobre las que ella elegía escribir. Libros de temas tan variopintos como de pintura, música, historia, astrología, psiquiatría o botánica (y más) que sirven a la autora para hablar de conceptos más abstractos como la necesidad de sentir miedo, el destino y la casualidad (dos de sus temas fetiches también en su poesía), la justicia, la familia o incluso la soledad cósmica, siempre desde una mirada muy personal cargada de inteligencia y humor a partes iguales.

En el detalle está lo grandioso

De forma sintetizada y lúcida Szymborska plantea una idea o reflexión a veces en tono burlón o anecdótico, a veces de forma crítica y mordaz, pero siempre con un enfoque original y ameno.
Cuantos más de estos breves ensayos lees más enganchado estás por saber que ingeniosa ocurrencia vendrá en el siguiente, o de que curiosa información se te hará participe. Ahí la destreza de la autora en el arte de extraer lo esencial de lo elaborado y lo extraordinario de lo sencillo.
“Las ganas de ser traviesa me han invadido”
En uno de los textos Symborska confiesa su deseo de “ser traviesa” y dejar emerger ese desparpajo y liviana osadía que la caracterizan, y así ocurre en numerosos momentos, como por ejemplo cuando, en su “no reseña” de un diccionario de escritores, describe a Conrad, Melville y a Hemingway como los escritores más apuestos y a Ibsen dice ni contemplarlo para el ranking por parecerse al espectro atormentado de un peluquero chiflado. Imposible que tu día no se vuelva inmediatamente un 10% más luminoso con la sonrisa que tan cómica irreverencia acaba de fijar en tus labios.
Observar la vida con humor y en detalle de la mano de Szymborska posiblemente sea de las cosas más enriquecedoras y divertidas que hagas este año.
Puedes leer y descargar un fragmento del libro aquí.
prosas reunidas

domingo, 2 de abril de 2017

Canciones de Bob Dylan que valen un Nobel

Canciones de Bob Dylan que valen un Nobel | Periodistas en Español

LEE EL ARTICULO COMPLETO CON SUS VÍDEOS EN LA PAGINA DE ESTE ENLACE.



En el enorme volumen “Bob Dylan. Todas sus canciones” (704 páginas, 39,90 €, Editorial Blume), firmado por los franceses Philippe Margotin y Jean-Michel Guesdon, figuran las 492 canciones que el ahora Premio Nobel de Literatura había compuesto hasta 2015, fecha de la edición.
Blume-Dylan-cancionesLa promoción del libro, escrita sin un solo acento ortográfico (todos los que figuran a continuación son de mi cosecha particular), asegura que se trata de un libro “ordenado cronológicamente e ilustrado con 600 fotografías en blanco y negro y en color, que contiene todo lo que puede interesar a un verdadero fan de Dylan. Un excelente volumen que ofrece una mirada completa y única al proceso creativo de Dylan, asi como a su forma, orgánica y libre, de grabar las canciones. Es la única obra que cuenta las historias que se esconden tras las 492 canciones que ha publicado, desde su álbum epónimo de 1962 hasta Shadows In The Night, de 2015, incluyendo todos los temas descartados de los álbumes de estudio. En una revisión cronológica, los autores detallan el origen de sus melodías y sus textos, los procesos de grabación en el estudio, los instrumentos utilizados y la miríada de músicos y productores que han ofrecido su contribución a la larga y admirable trayectoria de Dylan”.
Pero, claro, no todo iba a ser alabanzas. No han sido pocos los detractores, pertenecientes en su mayoría al espectro de los musicólogos y críticos, que se han manifestado en contra de la concesión del premio más deseado y mejor dotado del mundo (unos 890 000 euros) a un “cantautor”. Cada cual tiene derecho a sus preferencias y odios. Pero sería injusto no reconocer que durante más de medio siglo Bob Dylan ha sido uno de los autores de músicas y letras más influyentes, junto con los Beatles, los Rolling, algunos grandes del jazz, unos cuantos autores de “standards” (que empiezan con los exiliados alemanes en los Estados Unidos de entreguerras) y, por añadir algo muy cercano, los creadores de esos grandes melodramas cantados que son los tangos.
Para no seguir dando rodeos: a mí me gusta Bob Dylan, me ha gustado desde las canciones de protesta de los años ‘60 hasta los blues sombríos de los ‘90, pasando por algunos temas “menores”, que no siempre las musas están a la altura. Hay textos me parecen particularmente hermosos y emocionantes, estribillos que me ponen carne de gallina cincuenta años después, y canciones que he coreado infinidad de veces con amigos, con compañeros y con desconocidos, en marchas, concentraciones, protestas multitudinarias y noches que se prologan hasta el amanecer. Así que me parece muy bien que le den el Nobel de Literatura porque tiene una ingente obra poética, que a usted puede no gustarle y está en su derecho, pero que a mí me gusta.
Sin ninguna intención de hacer conversos, sin siquiera pretender coincidir con los gustos de nadie (muchos lectores, puede que la mayoría, no encontrarán en esta lista su canción preferida  de Dylan), he aquí unas cuantas aportaciones del último Nobel a la/mi historia de la música de los dos últimos siglos.

Masters of War (1963)





«Ni siquiera Jesús querrá perdonar nunca lo que hacéis». Protesta contra la industria armamentística, «Masters of War» es una canción de 1963, escrita después de la “crisis de los misiles” de Cuba, de octubre de 1962.
«Vosotros, amos de la guerra/ que fabricáis todas esas armas/ construís los aviones de la muerte/ y fabricáiss estas enormes bombas./ Que os escondéis detrás de muros/ os amparáis en las oficinas/ Quiero que sepáis/ que os veo a través de vuestras máscaras ».

A Hard Rain’s A-Gonna Fall (1963)




Ese año el mundo está en plena crisis de los misiles de Cuba y planea el fantasma del apocalipsis nuclear. Dylan escribe esta balada pesimista sacada de la paranoia generalizada que anuncia grandes catástrofes.  Es la primera vez que escribe en forma de pregunta/repuesta, que luego usará en, entre otras, « La respuesta está en el viento », para terminar refiriéndose a la “fuerte lluvia” que nos cae encima frecuentemente.

Blowin in the wind (1963)






Escrita en diez minutos en un café de Nueva York, se editó en el momento de mayor apogeo del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, y en plena guerra de Vietnam. Bob Dylan la interpretó durante la marcha a Washington de una multitud rodeando a Martin Luther King, el mismo día en que gritó : «He tenido un sueño » (I have a dream). Dividida en tres partes, plantea preguntas a las que responde el estribillo:
« ¿Cuantos caminos debe transitar una persona

antes de que le llames hombre?

¿Cuantos mares debe navegar una paloma blanca

antes de que duerma en la arena?

¿Cuanto tiempo tienen que volar las balas de cañón/ antes de que las prohíban para siempre?

Si, amigo mío, la respuesta está en el viento… »

Like a Rolling Stone (1965)




Canción de culto, “Like a Rolling Stone” habla de la rabia frente al consumismo y la hipocresía  de la vida burguesa,  en un larguísimo poema que al final quedó reducido a una canción de seis minutos.
“Érase una vez en que vestías muy bien

En la flor de la vida echabas una moneda a los vagabundos

¿No es cierto?

La gente te decía: “Ten cuidado, muñeca, te la vas a pegar”

Y tú creías que sólo era una broma

Siempre te reías

De todo aquel que te rondaba

Ahora no andas tan orgullosa

Ahora no hablas tan alto

Cuando tienes que mendigar tu próxima comida
¿Qué te parece?

¿Qué te parece

Estar sola

Sin una dirección a casa

Como una completa desconocida

Como una piedra rodante”

Ballad Of A Thin Man (1965)




Más que una canción, una pesadilla, un enigma. Un himno al anti-héroe
«Entras en la habitación/ con un lápiz en la mano/ ves a alguien desnudo y te dices : ¿quién es este hombre ? ».
Dylan está hablando del hombre de la calle, el “Mr. Jones” estadounidense, el personaje cualquiera. Como en la novela de Dashiell Hammet (“The Thin Man”), “esta canción es una novela negra, con imágenes alucinantes y múltiples significados (Grégoire Leménager).

Mr. Tambourine Man (1965)





Del álbum “Bringing It All Back Home”, uno de los clásicos más versionados, entre otros por The Byrds, que inicaron su carrera con ella, y también la moda del folk-rock. El texto, bastante surrealista, ha sido analizado muchas veces sin llegar a ningún consenso: hay quien lo entiende como una oda al LSD, quien cree que se lo dedicó a su musa de entonces y quien ha sido capaz de encontrarle un mensaje religioso.
“Hey! Mr. Tambourine Man, tócame una canción

No tengo sueño y no voy a ninguna parte.

Hey! Mr. Tambourine Man, tócame una canción

En el cascabeleo de la mañana te seguiré.
Aunque puedas oír la risa, girando,

balanceándose locamente a través del sol,

No está dirigida a nadie, simplemente escapa a la carrera

Y, excepto el cielo, no hay ningún cercado a la vista.

Y si oyes rastros borrosos de un saltarín carrete de poesía

A tiempo con tu pandereta,

no es más que un harapiento payaso ahí detrás,

Yo no le prestaría atención,

no es más que una sombra lo que ves que él persigue”

Just Like a Woman  (1966)



En aquel tiempo, la acogida que tuvo Just Like a Woman no fue unánime. Criticado como poema misógino, encontró muchos detractores entre las mujeres que luchaban por su liberación. De todas maneras, y como habla de incomprensión entre los dos sexos, puede suponerse que, en materia amorosa,  algo le había salido mal al autor.
“Nadie siente ningún dolor

esta noche estoy parado aquí en la lluvia.

todo el mundo sabe que el bebé tiene ropa nueva,

pero últimamente veo que sus cintas y sus lazos

han caído de sus rizos.
Ella aguanta como una mujer.

ella hace el amor como una mujer.

y sufre como una mujer.

Pero se echa a llorar como una niña pequeña.
Reina María, ella es mi amiga.

Sí, creo que voy a ir a verla otra vez.

Nadie tiene que adivinar que el bebé no puede ser bendecido

hasta que por fin ve que ella es como todos los demás

con su niebla, sus anfetaminas y sus perlas”.

Lay Lady Lay (1969)

« Lay Lady Lay », es una propuesta erótica a una mujer.
“Túmbate en la gran cama de latón, my Lady”
Deseo y protocolo al mismo tiempo. “Es Ronsard en el país del folk (…) Un super combo erótico dopado por una repetición musical embriagadora (…) la balada que ha acompañado no pocas siestas crapulosas” (Emmanuelle Hirschauer)

Alberta #1 (1970)

« Alberta » era originalmente un blues cantado en los barcos que navegaban al alba por el Mississippi. Dylan la versiona en el álbum «Self Portrait»
« Te daré más oro del que pueda llevar tu delantal ». El canto, acompañado de la armónica, es perfecto. Incluso los coros, detrás, dan un encanto enloquecido a la canción. En el álbum figuran dos versiones.

Sara (1976)

Es un vídeo en directo, Dylan lleva un sombrero con flores bordadas y parece un payaso triste. Canta “Sara”, la canción de amor que escribió para la “Sad Eye Lady of the LowLand” (en el álbum “Blonde on Blonde”, 1966) de la que acabó separándose.
« Tumbado en una duna mirando el cielo

Cuando los niños eran bebés y jugaban en la playa

Tu me seguiste y te vi pasar

Tu estabas tan cerca y siempre inaccesible
Sara, Sara

¿qué te ha hecho cambiar de opinión?

Sara, Sara

Tan fácil de mirar, tan dura de definir
Sara, Sara

Dulce angel virgen, tierno amor de mi vida

Sara, Sara

Joya radiante, mujer mística
Dormíamos en los bosques cerca de un fuego

Bebíamos ron blanco en un bar portugués

Ellos jugaban a pídola y escuchaban Blanca Nieves

Tu, en la plaza del mercado en  Savanna-la-Mar”

Every Grain of Sand  (1981)

La fase místico-religiosa de Dylan da una vuelta de tuerca en esta canción, donde abandona las plegarias por otro tipo súplicas más humildes, y busca la redención. Después dijo que al escribirla le parecía que las palabras le llegaban de lugares lejanos.
“En el momento de la confesión, en la hora de la necesidad más profunda

Cuando el conjunto de las lágrimas bajo mis pies inundaciones cada semilla recién nacido

Hay una voz dentro de mí muriendo llegar a alguna parte

Trabajando en el peligro y en la moral de la desesperación.
¿No tiene la tendencia a mirar hacia atrás en cualquier error

Al igual que Caín, ahora he aquí esta cadena de eventos que debe romper

En el furor del momento puedo ver la mano del maestro

En cada hoja que tiembla, en cada grano de arena.”

The Man In The Long Black Coat (1989)



« Las gentes no viven más que hasta que mueren

No hacen otra cosa que pasar”
¿Quién es el hombre del abrigo largo negro con el que se  ha marchado una mujer sin decir adiós ? ¿Un vagabundo, el diablo o el propio Dylan? El hombre citó la Biblia  y después invitó a la mujer a bailar. Y ella le ha seguido. Una balada grabada en Nueva Orleans , con voz de ultratumba,  habla de la omnipresencia del mal y el eterno errar. En mi opinión, una obra maestra.

Love Sick (1997)



Cuando Dylan escribió  «Love Sick» tras siete años sin componer, demostró que seguía sabiendo hacer las cosas bien. Regresó como si lo hiciera de ultratumba, con la voz más rasposa que nunca : «Camino por calles que están muertas», se queja de una mujer que le ha destruido “con una sonrisa”, “y sus riffs de guitarra anuncian la rebelión de un anciano agotado.  ‘Estoy enfermo de amor’, le dice al oyente que, a su vez, se enamora de él”. (D.C., L’Obs)

Not Dark Yet (1997)



Considerada una obra maestra del Dylan más tardío, del anciano que canta casi temblanco y  que finaliza con una frase sombría: “Todavía no es oscuro, pero está llegando”. Casi una marcha funeraria.

Stay With Me (2015)



En 2015, Dylan publicó el álbum  «Shadows In The Night», con versiones de standards de Sinatra, alejándose lo más posible del modelo y, en este corte,  suplicando amor como un viejo casi sin voz, casi patético. “No se sabe bien si es un clochard o un héroe” (D.C)