martes, 20 de enero de 2015

ojarasca-Siete poemas indígenas de norteamérica

ojarasca-Siete poemas indígenas de norteamérica





Siete poemas indígenas
de norteamérica
Aproximaciones de José Emilio Pacheco

Curberto Mocusari, danzante de pascola, territorio mayo-yoreme, Sonora. Foto: Jerónimo Palomares
La primera colección de las cosmopolitas traducciones poéticas de José Emilio Pacheco (JEP), publicada bajo el deliberado título Aproximaciones (Ediciones Penélope, México, 1984, compilación de Miguel Ángel Flores), cerraba con catorce poemas indígenas de Norteamérica y la siguiente nota: “No bastó derrotarlos, despojarlos, exterminarlos. También los convirtieron en espectáculo para nuestra diversión (ver el poema ‘Western’ de Azevedo Oliveira, en la misma compilación). Masas pintarrajeadas, ululantes, diezmables. Masas, no seres humanos. Moscas, hormigas. Un día, el asombro y el remordimiento de saber que no sólo eran como nosotros: éramos nosotros, de extremo a extremo del continente. Por ser distintos los llamaron bárbaros y salvajes. Ni bárbaros ni salvajes. Aun aquellos que no edificaron Palenque ni Macchu Picchu ni unas artes plásticas comparables a la escultura azteca, hicieron una poesía como la europea y la oriental. John Bierhorst reunió en In the Trail of the Wind: American Indian Poems and Ritual Orations, 1971, textos traducidos de cuarenta lenguas. Quise terminar estas aproximaciones que abrió Omar Khayyam con unos cuántos poemas aborígenes de Estados Unidos y Canadá, a manera de nuevo y humilde homenaje a los indios americanos”.
Sumándose a sus deseos de hace 30 años, de aquella catorcena del poeta mexicano (1939-2014), Ojarasca presenta siete, homenaje a su vez, y también humilde, a JEP, amigo y maestro.
PLEGARIA DE LOS INDIOS CUERVO
Padre Sol, te saludo. Recibe el manto de entraña de bisonte que acabo de tejerte.
Dame una buena manera de vivir. Haz que mi pueblo y yo alcancemos ilesos el año próximo. Haz aumentar el número de mis hijos. Haz que cuando mis hijos vayan a la guerra vuelvan con caballos capturados al enemigo. Haz que cuando mi hijo vaya a la guerra regrese con la cara pintada de negro como señal de su victoria.
Cuando yo salga de cacería, haz que el viento golpee mi rostro para que el bisonte no sienta mi olor y avance hacia mí.
Haz que el próximo verano crezca la hierba y abunden las cerezas.
Haz que pueda ver la hierba nueva y los árboles en todo su follaje.
Haz que vea llegar la primavera. Haz que mi pueblo y yo vivamos para verla.
 FÓRMULA MÁGICA DE LOS NAVAJOS PARA PACIFICAR A UN ENEMIGO
Unta tus pies de polen
Unta tus manos de polen
Unta tu cabeza de polen
Ahora tus pies son polen
Tus manos son polen
Tu cuerpo es polen
Tu voz es polen
Es hermoso el sendero
Quédate quieto
CANCIÓN DE AMOR DE LOS KWAKIUTI
    Si como,
como el dolor de tu amor, amada.
Si duermo,
sueño el dolor de tu amor, amada.
Si yazgo,
yazgo en el dolor de tu amor, amada.
Dondequiera que voy
piso el dolor de tu amor, amada.
PROFECÍA (IROQUESES)
Hace muchos inviernos nuestros sabios ancestros predijeron:
el monstruo de ojos blancos llegará del oriente. Al avanzar consumirá la tierra.
Este monstruo es la raza blanca. La profecía está a punto de cumplirse.
EN LA  GRAN NOCHE (PÁPAGOS)
En la gran noche se extraviará mi corazón.
Cascabelean las tinieblas.
Hacia mí avanzan las resonantes tinieblas.
En la gran noche se extraviará mi corazón.
En la gran noche.
En las cascabeleantes tinieblas.
CANCIÓN DE LA DANZA DE LOS ESPECTROS (CHEYENNES)
Cuando vuela hacia abajo he visto al cuervo.
He visto al cuervo que desciende a la tierra.
El cuervo renueva nuestra vida.
El cuervo tiene piedad de los cheyennes.
CONJURO DE LOS IROQUESES CONTRA EL SER SIN ROSTRO
Nuestros abuelos, muertos hace mucho tiempo, dueños legítimos de nuestra
confianza, jamás vieron su rostro.
El rostro de quien nos injuria todos los días, todas las noches.
El rostro del ser de las tinieblas que yace en los lugares donde es noche cerrada.
El ser que gira en torno a nuestras cabezas y nos amenaza
con su arma oculta, con su hacha en alto.
El ser que murmura su objetivo de talador: “Destruiré la Obra, acabaré con la Alianza
de los Iroqueses”.
Nuestros abuelos decretaron llamarlo el Gran Destructor, el Ser sin rostro, el Ser
Maléfico en Sí Mismo: la Muerte

sábado, 17 de enero de 2015

Os mellores do 2014. Mellor libro de poesía

Os mellores do 2014. Mellor libro de poesía





Mellor libro de poesía do 2014
1cronoloxia-da-urxencia
Cronoloxía da urxencia
Dores Tembrás
Espiral Maior
2
os-inocentes
Os inocentes
María do Cebreiro
Galaxia
3
a-distancia-do-tambor
A distancia do tambor
Eva Veiga
Espiral Maior
4
atravesar-o-fantasma
Atravesar o fantasma
Carlos Callón
Xerais
5
onde-nunca-e-manha
Onde nunca é mañá
Manuel Álvarez Torneiro
Faktoría K
6
celebracion
Celebración
Gonzalo Hermo
Apiario
7
estrela-do-norte
Estrela do norte
Luís Rei Núñez
Faktoría K 
8
transfusion-oceanica
Transfusión oceánica
Xosé Iglesias
Caldeirón
9
dun-lago-escuro
Dun lago escuro
Marta Dacosta
Xerais
10
a-segunda-lingua
A segunda lingua
Yolanda Castaño
PEN Clube

jueves, 15 de enero de 2015

EL DEL MEDIO DE LOS PANERO [Las apariciones apócrifas de Leopoldo María Panero]: SIETE DEL SEIS DEL DOS MIL SIETE

EL DEL MEDIO DE LOS PANERO [Las apariciones apócrifas de Leopoldo María Panero]: SIETE DEL SEIS DEL DOS MIL SIETE: Si he conocido alguna vez a alguien que sienta verdadera pasión por la figura, por la vida y obra, de Leopoldo María Panero , ese es mi col...



SIETE DEL SEIS DEL DOS MIL SIETE

Si he conocido alguna vez a alguien que sienta verdadera pasión por la figura, por la vida y obra, de Leopoldo María Panero, ese es mi colega Andrés Ramón Pérez Blanco,El Kebrantaversos”. De hecho, existen ciertos paralelismos en la poesía de Andrés: Sátelite de inhóspito planeta (Edición de Autor, 2008) y No hay prosa (Groenlandia, 2011), con algunas partes de  la obra del de Astorga, sobre todo en su “Satélite de…”. Resulta que la primera vez que tuve ocasión de tomar unas cervezas con mi colega, fue también, la vez primera en la que tuve oportunidad de ver en directo a Leopoldo María Panero. Os lo cuento:
Moría la primavera del año 2007, era una tarde de junio, y había quedado con “El Kebran” para conocernos de una puta vez: físicamente, ya que virtualmente nos conocíamos de unos meses atrás. Habíamos quedado en la Fnac de la Pza. Callao, en Madrid, porque él vivía por entonces en Illescas, Toledo, y tenía pocas ocasiones para desplazase a Madrid. Ésta, entonces, por dos motivos, sería una buena ocasión para acercarse a la ciudad.

Ese día se presentaba allí lo que recién “había” publicado Panero; el título “PAPÁ, DAME LA MANO QUE TENGO MIEDO”, un libro de prosa, y “JARDÍN EN VANO”, un poemario escrito a “dos manos” junto con el singular Félix Caballero. Lo presentaban, a un lado y a otro de la mesa, Eugenia Rico y Diego Medrano. El “autor”, que ocupaba el centro de la mesa, de vez en cuando era interpelado; sobretodo, si se necesitaba de una gracieta o un chiste, para desengrasar la mesura que cabía intuir dentro de la seriedad, que se le pre-supone a este tipo de presentaciones. A mí, particularmente, me parecía una puesta en escena agrisalada, entre lo patético y lo triste, mejor dicho: lo muy triste. Pero, parece ser, que normal. Leopoldo en su mundo, en el papel habitual de saberse el centro de todas las miradas. Los acompañantes, en el suyo, que a decir verdad, no distaba mucho de del protagonista; la idea, supongo, era la de seguir la contracorriente del salmón hasta llegar al esperpento oceánico. Lo consiguieron. 

Recuerdo también que no fue una presentación muy concurrida. Y lo mejor de todo, es que fue breve. Yo, ya había visto bastante como para comprender de qué iba eso del buenrollismo y el tanto nos queremos en la literatura de este país. Posteriormente, he acudido a infinidad de presentaciones de libros, si bien con autores menos excéntricos, pero no menos conocidos que Leopoldo María Panero y lo cierto es que los mimbres de la pantomima y la jilipollez no difieren mucho a lo sucedido ese día. Incluso, todo hay que decirlo, yo mismo he sido participe en unas cuantas.

Aquella tarde mi colega consiguió uno de sus propósitos, como era “intercambiar” algunas palabras y hacerse unas cuantas fotografías con Leopoldo; y yo, —que preferí ponerme al otro lado de la cámara, más que nada porque soy menos fotogénico que un calcetín amarillo y también porque Andrés me había pedido ese favor, el de fotografiar a ambos—, también creo que saqué algo en claro.

Leopoldo María y El Kebran, de charleta.
Terminado el paripé, El Kebran y yo, tomamos camino hacia Malasaña, alBukowski Club; allí cumplimos la segunda parte del trato: nos hinchamos a cervezas, brindamos por el milagro de la amistad y nos reímos un rato por lo acontecido. Así que hoy, era de ley, el iniciar esta bitácora con el recuerdo de aquella tarde, para mí entrañable ya. También quise que fuese de ley, el mostrar mi primera gratitud en el libro de Las apariciones apócrifas de Leopoldo María Panero a El Kebrantaversos, por aquel siete del seis de dos mil siete, el día en el que te conocí, amigo mío; y, en esa misma casualidad, el día en el que experimenté, por primera vez, al Leopoldo María Panero real y frágil; pero también supe del Panero muñeco, títere, marioneta, fantoche, pelele, espantajo, etcétera…

lunes, 12 de enero de 2015

House Music (C: Two Stories) - No Collective and Dreary Somebody



Performed by Lindsey Drury, Johanna Gilje, Keith Hennessey, Itha K. Kathartika, You Nakai, Meg Stewart, Sasha Waltz, et al.



Kulturraum, Berlin 

December 15, 2014



*



One need not be a chamber to be haunted, 

One need not be a house; 

The brain has corridors surpassing 

Material place. 



― Emily Dickinson

domingo, 11 de enero de 2015

SALMOS DE INVIERNO , de Mario Montalbetti

Salmos de invierno. Mario Montalbetti


(Lima, 1953)


a
treinta tardes solo revelando secuencias de dolor
que a nadie atraen

puedo oler tu retracción cada vez que avanzo
en verdad huyo

la sombra de tus perros son huecos en la tierra

busco las cadencias inauditas de tu bulla
y sonrío

no solo lo he perdido todo
también sé dónde se ha ido


b
sea esta tarde naturaleza de la que no puedo escapar
lluvias viento nimbos

he vivido en una casa vacía por demasiado espacio
en un solo instante

a falta de caracolas marinas me acerco piedras al oído
y escucho las extrañas meditaciones de los fósiles

escucho y no me dicen nada

algún día veré tu rostro y sabré lo que ocultas

¿acaso mi colección de padres
que hicieron lo imposible por hacerme sentir

cosas en las que no pienso?

todo esto no debiera sorprenderme

especialmente ahora que el tiempo ha cambiado
y una brisa helada me destiempla los dientes


c
siento en la piel las emanaciones de tu severidad

me olvido
es un hábito

tus gestos vacíos
son familiares como el primer rostro
¿por qué los asocio entonces con un viento de fuego

que arrasa con los frutos del árbol?

entre todos estos desiertos hay un desierto eterno
que solo desertando
puede mi corazón desertar


d
si quieres ganar el cielo primero debes saber perderlo

recoge por ejemplo un clavo
e imagina el agujero del que provino

¿qué dijo brodsky? que reconocemos a nuestros hermanos
no por sus rostros

sino por sus espaldas
en las colas que forman en los confesionarios

la vida pasa como pasa la corriente
cuando agarras un cable pelado

arroja el clavo
guarda el agujero

arroja el agujero al suelo


e
ezequiel es un buen nombre pero debió ser desierto
y no profeta

buscando visiones como turista tras un souvenir

ya que tenemos ojos
suponemos que hay algo que ver

pero no hay nada que ver

o lo que tenemos que ver
no se ve con los ojos

por eso si lo ves mátalo
si me ves mátalo

si te ves en el espejo
y te reconoces

anda por una cuerda y verás por fin
que lo que querías ver no tiene forma

ni color ni número


f
las palabras que son como pozos que contienen su propia ausencia
¿dónde están?

entre letras          en los espacios ciegos          en la fruta picada
pero también
en el ojo de la orca          en la boca de la hostia          en la carne acecinada

la esperanza se parece tanto a la desesperación

déjame oír el mar sin terror

sean nuestras conversaciones
salsas que se reducen hasta el silencio


g
sentado entre montañas como una navaja
afilada por un solo lado
acaricio el rostro del trueno hago añicos las cataratas

10 000 lunas duermen sobre 10 000 cráneos
buscando la saturación azul en el cielo

cada paso cruza el río
pero solo la suma de todos los pasos
es la otra orilla

las mareas del regocijo y la pena
no tienen dominio sobre esta carnicería

ofréceme una sombra que dure

también la oscuridad
viaja a la velocidad de la luz


h
¿qué resta sino girar en las tardes
la rueda de los rezos a las puertas
de la muerte? ¿o la observación
del sol? pero uno sigue hablando
cada vez más solo diciendo menos
por decir algo a las puertas de la muerte

ahora que todos lo saben ahora todos
saben a lo mismo

por eso morimos siempre cuando morir
ya no es necesario

a las puertas de la muerte


z
el desierto es mi pastor todo me falta



© Mario Montalbetti
Tomado de Lejos de mí decirles. Poesía reunida, Aldus, 2013

miércoles, 7 de enero de 2015

“Retrato de los meidosems”. Henri Michaux

“Retrato de los meidosems”. Henri Michaux | Tam-Tam Press

Portada del libro.



Retrato de los meidosems
HENRI MICHAUX
Edición, traducción y propuesta de lectura: Chantal Maillard
Editorial Pre-Textos
Reproducimos algunos párrafos del comentario de Chantal Maillard sobre su traducción para ‘Pretextos’ del “Retrato de los meidosems”, de Henri Michaux, así como algunos fragmentos del libro.
Por CHANTAL MAILLARD
Henri Michaux.
Henri Michaux.
Mi primer contacto con los Meidosems tuvo lugar hace bastantes años, concretamente a mediados de diciembre de 1995, en el sur de la India. Me encontré con ellos en una librería de Pondicherry. Resultó curioso pagar en rupias por el libro, y me era grato pensar que, al atravesar aquella vez el territorio indio con una obra de Michaux bajo el brazo, añadía otra de las ya numerosas coincidencias biográficas por las que me sentía unida a aquel bárbaro de Occidente.
Los meidosems en seguida me fascinaron y, en el camino de vuelta a Benarés, emprendí una primera traducción de algunos fragmentos. Cuando decidí, recientemente, traducir la obra toda entera, volví a plantearme las preguntas a las que me pareció no haber dado respuesta satisfactoria en aquél momento. ¿Qué eran, realmente, aquellos extraños seres? Torpes a veces, imposibles, aborrecibles incluso, aunque casi siempre entrañables, también eran seres extremadamente dolientes. Filamentosos, perdidos, agitados, enloquecidos, vaciados, extremos, recordaban las figuras de Giacometti o el hombre-hilo de Ponge y si bien nunca me habían parecido el producto de una imaginación descontrolada, no acertaba, sin embargo a situarlos adecuadamente en el territorio de lo imaginario. ¿Eran realmente imaginarios los seres imaginarios de Henri Michaux?
A Michaux siempre le había gustado inventarse personajes y pueblos. Eran, según él mismo explicaría más tarde, especies de almohadillas interpuestas entre él y una realidad que le parecía insufrible en cualquier lugar del mundo. Inventar personajes era una manera de elaborar distancias. No hubo territorio al que viajara que no viese aparecer algún personaje. A Plume (1930), lo inventó en Turquía, a los habitantes de la Gran Carabaña (1936), en Portugal y otros lugares de Europa, a los habitantes del País de la Magia (1940), en Brasil. El caso de Ici Poddema (1945), escrito durante la segunda guerra mundial, fue un poco distinto, pues el ailleurs, el otro lugar, era la Europa ocupada. Michaux transformaba la realidad para poderla soportar, la exterior y también la otra, aquel “lejano interior” al que después viajaría y del que daría cuenta en sus trabajos con la droga. En todos estos casos, Michaux se había comportado como un etnólogo. Sus retratos eran “etnografías imaginarias”, como los denominó Jean-Pierre Martin en su biografía. Pero yo me resistía a considerar a los meidosems en un plano de igualdad con los demás seres imaginarios. Había algo que les hacía ser diferentes. Contrariamente a los que poblaban los libros anteriores, éstos no parecían tanto ser el resultado de anáforas o cualquier otro procedimiento transformativo de la realidad como la expresión de la realidad contemplada con otros ojos. Aquellos breves fragmentos me proponían la visión de un mundo que, siendo extraño, no dejaba de ser el nuestro. ¿Era ésta, ya, la descripción de algún “lejano interior”? No me cabía duda de que Retrato de los meidosems era un texto bisagra, una pieza a medio camino entre los viajes exteriores y los interiores. Pero, ¿a qué territorio se estaba refiriendo, y a qué pasaje? ¿Dónde, pues, en qué viaje habían nacido los meidosems?
Pronto me di cuenta de que la pregunta era acertada, pero no los términos en los que la había formulado. No se trataba de dónde, sino de en qué circunstancias. Había habido viaje, sí, por supuesto, pero era el primer gran viaje para el cual Michaux no había tenido que moverse. Había traspasado fronteras, pero los territorios, oscuros, dolientes, eran interiores.
La primera edición de los Meidosems, en efecto, data del año 1948. A principios de aquel año, la esposa de MichauxMarie-Louise, ardió en llamas al encender un fuego en el apartamento de la rue Séguier, en Paris. Murió después de pasar un mes de dolores infernales. Michaux la acompañaba, de día, en el hospital. Por la noche caminaba de vuelta a casa, la cabeza llena de imágenes, y se ponía a pintar. Líneas, manchas, trayectorias de las que surgían cabezas, cuerpos dolientes, filamentosos, fluidos, enmarañados, confusos, retorcidos…  meidosems.
Con estos datos, mi lectura, como se comprenderá, fue muy distinta. Coincidí con Raymond Bellour en que aquel texto, aún siendo el último de sus “retratos” tribales era, “un viaje sin viajero, un espacio transfigurado por el dolor”. El universo de referencia, evidentemente, era nuestro mundo, y en especial, un fragmento del mismo, el del hospital, ese “polígono alambrado del Presente sin salida” donde los seres aparecen despojados de apariencia, reducidos a fluidos, a conexiones nerviosas, a filamentos. LosMeidosems somos nosotros, contemplados debajo de la piel, reducidos a estados, a nudos, a elasticidad, con impulsos que son trayectorias y estados que son núcleos. Meidosems es un retrato, sí, el nuestro.
Dibujos de Henri Michaux.
Dibujos de los meidosems, de Henri Michaux.

: : Fragmentos de “Retrato de los meidosems”

La extrema elasticidad de los meidosems: he aquí la fuente de su gozo. De sus desdichas, también.
Unas balas caídas de un carro, un alambre que se balancea, una esponja que embebe, ya casi empapada, la otra vacía y seca, un vaho sobre un espejo, una huella fosforescente, miren con atención, miren. Puede que sea un meidosem. Puede que todos sean meidosems… sobrecogidos, aguijoneados, henchidos, endurecidos por sentimientos varios…
*
En el hielo, las cuerdas de sus nervios están en el hielo.
Su excursión, allí, es breve, atormentada por punzadas, por filamentos de acero en el camino de vuelta hacia el frío de la Nada.
La cabeza revienta, los huesos se pudren. En cuanto a las carnes, ¿quién piensa aún en las carnes? ¿Quién se las espera?
No obstante, vive.
El reloj avanza, la hora se detiene. El núcleo del drama, ahí está.
Sin necesidad de ir a buscarlo, ahí está.
El mármol suda, la tarde se oscurece.
No obstante, vive…
*
Oh, no juega para reír. Juega para aguantar, para aguantarse.
Luna que se recuelga, que se descuelga.
Se juega una canica contra un buey y pierde un camello.
¿Error? Oh, no, en el círculo fatal nunca hay errores.
No hay risas. Sin lugar para la risa. Movilizada toda entera para sufrir, para aguantar.
La tina de lágrimas está llena hasta los topes.
*
Se han puesto guantes para el encuentro.
Dentro del guante, hay una mano, un hueso, una espada, un hermano, una hermana, una luz, depende de los meidosems, de los días, del azar.
Dentro de la boca hay una lengua, un apetito, palabras, una ternura, el agua en el pozo, el pozo en la Tierra. Depende de los meidosems, de los días, del azar.
En la catedral de la boca de los meidosems también izan pabellones.
*
Flujos de afectos, de infección, flujos de sufrimiento residual, caramelo amargo de antaño, estalagmitas formadas lentamente, con esos flujos camina, con ellos aprehende, miembros esponjosos nacidos del cráneo, atravesados por miles de pequeños flujos transversales que llegan hasta el suelo, extravasados, como de sangre que reventase las arteriolas, pero no es sangre, es la sangre de los recuerdos, del alma traspasada, la frágil cámara central, luchando en la estopa, es el agua enrojecida de la vena memoria fluyendo sin propósito, pero no sin causa en sus tripas pequeñas que hacen aguas por doquier; ínfima y múltiple descomposición.
Un meidosem estalla. Mil venillas de su fe estallan en él. Vuelve a caer, se derrama y se extravasa en nuevas penumbras, en nuevos estanques.
Qué difícil es caminar así…
*
¿A qué paisaje meidosem podría faltarle las escaleras? Por todas partes, hasta el horizonte, escaleras, escaleras… y por todas partes, cabezas de meidosems encaramados a ellas.
Satisfechas, molestas, ardientes, inquietas, ávidas, valientes, serias, descontentas.
Los meidosems de abajo que circulan entre las escaleras trabajan, mantienen una familia, pagan, pagan a acreedores de toda clase que llegan sin cesar. De ellos se dice que no padecen la llamada de la escalera.

martes, 6 de enero de 2015

Gerardo Deniz: antipoesía entre aminoácidos

Gerardo Deniz: antipoesía entre aminoácidos



Fernando Escobar Páez, Poeta y narrador
Gerardo Deniz, (1934-2014). ralapluma.blogspot.com
La orgona se liga a proteínas, por enlace no peptídico,/ polimeriza las clorofilas,/ decolora los carotenoides,/ toca el tárogató./ Structureless streams of orgone energy are attracted to each other./ They superimpose in a great cosmic embrace. The result–/ a galaxy!/ Lo cual previó genialmente Oken:/ Ya en el curso de los astros está prefigurado el acto supremo/ de la vida a animal,/ la cópula. La creación misma no es otra cosa que un acto fecundante./ Desde/ el origen está presente el sexo, vínculo sagrado que mantiene/ a la naturaleza entera. Los que niegan el sexo no comprenden el enigma/ del universo.../ Abreviado, pero así me gusta.
Ciencia
Catalogada como excéntrica, inasible, escatológica y radical por sus detractores, la producción literaria que Juan Almela (Madrid, 1934–México DF, 2014) escribió bajo el nombre de Gerardo Deniz es, sin lugar a dudas, una de las más singulares y racionales —en el sentido clásico del término— que ha producido la lengua española.
Por su mentalidad devota al “demonio de la analogía” vislumbrado por Mallarmé, su formación científica en el campo de la química orgánica, combinada con un no menos riguroso estudio de la lingüística y gramática de decenas de idiomas; cierta “natural grosería de expresión” tomada de la filosofía (2); y su continuo desprecio hacia la poesía, a la que catalogaba como una “actividad minusválida”, lo alejaron de los reflectores y cenáculos literarios, pero lo consagraron como un autor de culto, un ‘antipoeta’ en la esquina opuesta a la de Nicanor Parra (3).
Esto le valió la etiqueta de descabellado, tanto entre críticos (4) que lo consideraban “el poeta del basurero de la cultura”, como entre sus escasos amigos dentro de la literatura, como Eduardo Lizalde, quien se interrogaba constantemente sobre “qué carajos se propondrá poéticamente ese alienado de Deniz con este montón de atrocidades y este compendio ilegible de repelentes chistes”(5).
Deniz no buscaba comunicar ni crear un vínculo con el lector y recurre tanto al lenguaje erudito como al callejero, no para torturar al lector —criatura que nada le importa al poema—, sino debido a su necesidad de expresar el relleno químico de sus tripas.
Deniz optó por no quedarse en las metáforas y lugares comunes del romanticismo y decidió elevar a los polipéptidos y a la materia nitrogenada, que compone las heces humanas y mitológicas, a la categoría de objeto poético válido:
Tanta cosa como estudian, y nadie se interroga
Por la mierda de los seres mitológicos.
¿Era ancha plasta la del Minotauro?
¿boñigo ovoide la de la Quimera?...
…los excrementos de cada uno de aquellos
Entes abonaron parcelas del escribir clásico,
géneros nuevos brotaron en suelos feraces
diferencialmente, y así tuvimos tragedia y comedia,
épica y lírica, historia, elocuencia,
más la filosofía, cosecha inexhaurible.
Fecal (fragmentos) (6).
Esta constante desacralización de los mitos fundacionales de la cultura occidental, su reticencia a abordar los ‘grandes temas’ de la poesía —encarnados en las divinidades Eros y Thanatos—, una grafía científica que llevó los caligramas a un nivel a veces pornográfico son constantes en su obra, mas no las únicas claves.
Su primer acercamiento a la poesía fue gracias a Octavio Paz, quien luego se constituiría en su valedor y amigo. Los primeros poemas de Deniz tienen cierta cercanía con la obra de Paz, así como con la de T. S. Eliot, Alí Chumacero, Saint-John Perse, Góngora, Quevedo, Dante, pero poco más.
Pese a —o como consecuencia de— su erudición, Deniz siempre manifestó desconfianza hacia el lenguaje poético, pues este no demuestra nada y Juan Almela era un hombre de ciencia.
De allí la necesidad que tuvo de crear el seudónimo Gerardo Deniz, gracias al cual pudo mantener su privacidad y desarrollar innovadoras investigaciones en el campo de la especulación biogenética, que lo llevaron a deducir las fórmulas de la picrotoxinina y de la muscopiridina entre otras sustancias orgánicas.
En su poesía, el ‘Ser’, la ‘esencia’ y demás temas trascendentales solo tienen importancia cuando se denuncia su falacia e inutilidad; mientras que el erotismo separado de toda cursilería para ser concentrado sus detritos y olores es componente fundamental de la experiencia humana:
…los amores
con su grotesca lógica gris de límite impreciso como
cualquier viejo reino oriental,
como la del Espíritu cretino escandalizando en el piso
de arriba:
cuántas faldas en los tendederos de la Historia mientras
ardían las hojas muertas,
cuánto Ser secándose sobre las azoteas altas.
Antistrofa (fragmento) (7).
La mayor frustración de Juan Almela fue la falta en México de un laboratorio adecuado para desarrollar su carrera como científico, la cual, debido a las limitaciones financieras, nunca pudo despegar del todo. En contraparte, para compensar en algo las limitaciones de su medio, estudió decenas de idiomas y gracias a ello se mantenía al tanto de los avances científicos alemanes, chinos, daneses y hasta inuit.
La naturaleza juega un rol preponderante, sobre todo la imagen del mar, lo cual es lógico, dada la condición de exiliados por la dictadura franquista de sus familiares.
También la música fue otro de sus alimentos. Obras de Ravel, Debussy, Menotti y otros aparecen ya sea como subtítulos, estructura o paisajes musicales. La sensorialidad de la poética de Deniz es rica en referencias y estampas auditivas.
El pasado 20 de octubre falleció a los 80 años el científico y lingüista jubilado Juan Almela. La gran mayoría de sus años transcurrieron en la Ciudad de México, a la que llegó en 1942 y de la que —según sus cálculos— solo se alejó un total de 40 días, pues la falta de recursos económicos y el cuidado de sus decenas de gatos no le permitieron viajar tanto como hubiera querido. “Muero, me cremas y me pones encima de su chimenea”, dijo a sus hijas, quienes respetaron su voluntad.
El mismo día, el poeta, traductor y narrador Gerardo Deniz también dejaba su existencia física y más de una veintena de libros en “Este redondo caldo de mamíferos enfriándose poco a poco antes del alba”(8). Pocos literatos asistieron a su entierro, pero de seguro correrán a comprar las ediciones conmemorativas que prepara la burocracia cultural mexicana; pues como el mismo Deniz decía: “la poesía es un mercado de sustancias pegajosas”(9).
Algunos poemas de Deniz
Palinodia del rojo
No cantes ésa, rojo, porque ya no se estila.
Sólo algunas pazguatas piden perdón por ti,
pero la mayoría te reciben serenas
y hacen bien. Saben oscuramente
que, si bien a unas cuantas das algún dolor,
en desquite haces a muchas más ardientes (confidencia de dos)
y pones una fascinadora inflexión
en los deleitosos alientos femeninos.
Jáctate mejor, rojo, de que fue el doppleriano
batocrómico corrimiento de las líneas espectrales
en conjunto hacia ti
lo primero que reveló la expansión del universo
(lo cual no es una cuestión de poca monta).
Piensa también, oh rojo, que si en ruso tu nombre
se funde con lo bello
(lo cual no es, por supuesto, lo que cree gente babosa)
es por algo —dímelo a mí, que vehemente acuso todavía
a la que siempre de rojo iba vestida
y cuyos ojos, oscuros teobromos deseados,
aún llevo en mis entrañas dibujados.
Para no ser prolijos, en fin, oh rojo contempla a tu poeta
confiando en que lo ayudes en su triangulación
de la topografía divinal de un blanquísimo Chaco,
ruega por nosotros los rojos y los verdes,
así como por algún Rangoni malhadado.
Puntería
Homo?
...lumo! —contesto,
reflejando omulrumano en el charol.
Baja el puente levadizo.
Entro,
subo,
me dirijo al grupo de cátaras guapas,
les señalo a Simón de Montfort (senior)
ajetreándose como un escorpión;
se me ve mimar la chiripa
(disparo, trayectoria, impacto).
Ellas taconean de gozo:
¡Como Legendre !
al pujar
poniendo ya pedrusco en catapulta
¡ como Laguerre
(parábola) !
blanco perfecto,
muelas, pelos, sesos, ojos
pese a las perturbaciones
de nuestros ene cuerpos
sobre tanto polinomio.
Emergencia (fragmento)

Erdera (2005). Fondo de Cultura Económica
Erdera (2005). Fondo de Cultura Económica


Jesucristo alzó con esfuerzo los párpados mientras su mirada inerte se posaba en el suelo, pocos pasos delante de la cruz.
Allí exactamente algo raro se removía bajo la tierra. Poco al principio, luego más y más. Los ojos del Redentor acabaron de abrirse, sin apartarse de aquel punto.       
De pronto, con un impulso que hizo volar gránulos terrosos, salió allí a la superficie un gordo cuerpo pardo rodeado de horripilantes patas angulosas amarillas. Era un caradeniño, un mestizo, eso que en alguna región se atreven a llamar “muereterriendo”. En una palabra, un Stenopelmatus. Enorme —10 centímetros—, mayor que sus parientes de otros rumbos —el grillotopo, cortón, alacrán cebollero, zarandija, changá...
Desorbitado, Jesús contraía el rostro con indecible espanto.            
—¡Oh... no...! —gritó por último.              
El solado romano se hizo el sordo. Como las vociferaciones del crucificado empeoraban, se acercó de mala gana. Quizás advirtió dónde estaba clavada la mirada fija de Jesús. Más probablemente descubrió la alimaña por su cuenta. Le estampó un talonazo con la cáliga derecha. Nuevo alarido arriba.          
—¡Qué asco, qué asco! —clamaba Jesucristo, convulsionándose y alzando el rostro al cielo.
Apenas el centinela regresó a su puesto, los lamentos redoblaron, pues echando una ojeada alrededor Jesús descubrió que, no lejos del horrible bicho inicial, habían surgido de la tierra el segundo, el tercero...
Nota
1.- Deniz, Gerardo (2005). Cuatronarices. México D.F.: Ediciones Sin Nombre, tomado de ‘La poesía es materia orgánica’, entrevista a Deniz por Xitlalit Rodríguez Mendoza, VICE MEX ‘Ciencia extraña’, octubre 2012.
2.- Deniz afirmaba que el lenguaje procaz e irreverente es lo único bueno —o casi— que sacó de sus lecturas de Russell, Wittgenstein, Popper y otros filósofos.
3.- Poeta chileno que acuño el término.
4.- Gambarte, Eduardo Mateo (1997). Gerardo Denizpoeta del exilio español en México, en Fernández López, Jorge (s/f). Los flujos de la tradición clásica en la poesía de Gerardo Deniz. Universidad de La Rioja, texto web.
5.- Deniz Gerardo: Todo se vale a pequeña escala, entrevista a Deniz por Fernando García Ramíres, Letras Libres, septiembre 2004.
6.- Deniz, Gerardo (1992). México D.F.: Margen de Poesía. Pp. 423–424.
7.- Deniz, Gerardo (1970). Adrede. México D.F.: Las Dos orillas.
8.- Fragmento del poema ‘Nocturnal’ en Adrede.
9.- Fragmento del poema ‘Antistrofa’ en Adrede.

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