Tres poemas de Filipa Leal*
El principio de la oración
Señor, llena mi habitaciónde altamar.
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Cuando yo era pequeñaquería ser payaso.Era, por supuesto, una forma de optarpor la tristezaen la misma medida que terminé estudiandola obra del escritor más triste de Portugaldesde el punto de vistade lo Cómico.Jugaba a los payasos cuando mis primasse dedicaban a otras cosas. Ponía en el bolsoel sombrero hongo y la nariz rojay me iba.Hoy todavía me pregunto: ¿para dónde?
Te dije: una casa
Te dije: una casa.No hablábamos hacía meses y estofue todo lo que supe decirte:una casa, tengo una casa.
Acomodé primero los discos, después las películas,y luego los libros, la vajilla.Como quien se abriga de la lluvia,colgué los primeros cuadros.Cuatro: carretera, mar, mujer, corazón.
Empezó a llover cuando me preguntastesi te invitaba a cenar.Era innecesariamente julioy adentro de la casa llovía mucho.
Te lo dije, confieso, sin esperanza;solo porque una casaes demasiado grande para quedarse en la boca.
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