Y, como en Lorca, también veo en Casanova la intuición de saber 'en absoluto lo que es un poema`”.
Como en Lorca, en él la tristeza y la alegría eran compañeros de juegos simultáneos. En su casa era el que atraía a los amigos, con la conversación, la risa y el rock, recuerda su hermano José Bernardo, profesor de arte. “Me cuesta leerlo, es como si cada cosa que escribió, o que escribe a través de ese examen, me la estuviera dirigiendo. Ahora leí su diario, y ahí me felicita el cumpleaños. Siempre está mandando mensajes. Soñaba, tenía siempre una libreta para sus sueños, todo lo que escribió parece de sueños. Esa capacidad lorquiana de hacer música con cualquier cosa. No era un santurrón de las artes; era muy divertido, y también lloraba, yo le tocaba un botón del alma y ahí lloraba, yo era su hermano. Él se fue, mi padre se quedó hueco, sus amigos se quedaron huecos. Mi madre era la luz, se fue antes, y Félix era también la luz. Aquí venían sus amigos, tocaban con él la armónica, la guitarra. El arte salía de su naturaleza. Al artista se lo reparten ustedes. Al hermano sí me lo quedé yo”.
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