POETAS SIGLO XXI ANTOLOGÍA DE POESÍA + 11.800 POETAS de 185 Países Editor:Fernando Sabido Sánchez: AFGANISTAN
POETA AFGANO
KAMRAN MIR HAZAR
EL GRITO DE UNA YEGUA A PUNTO
DE CONVERTIRSE EN MARIPOSA
1.
Incesantemente sobre el agua, horizonte,
Río partido,
Oxus* bifurcado,
Alguien se levanta defendiendo su posición;
O quizás
Un encantamiento hindú sobre la arena,
Moviéndose, deambulando por senderos y aterrizando en los piedecuestas
de las palabras;
Cada vez para volverse discurso, para conectar o tal vez desconectar;
Un húmedo tintero,
Hecho un ovillo entre la vasija de cristal,
Conectándose él mismo como para dejar el yo atrás,
La espiral del aliento toca los bordes de una taza de arcilla,
Los cinco sentidos se vuelven tridimensionales,
Enrollando, desenrollando, en la emoción de labios sellados,
Una persona errante a lo largo de un sendero, cargando el cáncer;
Aliento vaporoso descansando sobre la taza de té,
Las miradas fijas enlazadas,
Y la melancolía de deliciosos aromas chinos;
Una parte de nuestros cuerpos ha partido hacia el Tíbet,
El grito de una yegua a punto de convertirse en mariposa.
2.
Latas de cerveza y un puñado de dólares,
Él la mira de arriba a abajo,
Con su mirada mediterránea,
Arrogante, levanta la hoja de cannabis,
Quemando la mirada en el fuego de las palabras
El tres de agosto empacó sus maletas,
Poniéndose en camino hacia una ilusión muy lejana,
Un camino más allá de la civilización;
3.
Uno dijo bebamos este pocillo de libertad,
Uno corrió y corrió a lo largo del corredor de electrones,
Uno entró al sendero,
Uno alcanzó el puente, el yo volviéndose uno mismo,
Los dioses y a través de los labios risa.
¿Ya llegaste?
El lugar donde el sendero es el sendero y el caminante en el camino;
Cuando las cambiantes arenas se afilan para volverse dunas, circulando y
Entregándote al desierto de Nimrooz,
El malayalí* está presente;
Una peculiar composición geométrica.
4.
Y no pude continuar,
El yo que había estado en las montañas;
Pastoreando ovejas,
Inclinado, llevando amapolas muertas sobre mi espalda;
Ya los dueños de la tierra habían cargado con las frescas,
Pero el libro halló un nuevo rostro,
El libro llegó a ser una clave para la sabiduría,
Abriendo puertas para que se expandieran.
5.
Vestido con el atuendo de la pureza,
Los abetos de Herat cubiertos de nieve,
Un intento para que la vida del pueblo retorne,
Para que yo no tenga necesidad de escribir;
El uno, el arremolinado uno,
Mirando al vacío, distinto al yo,
Ha recorrido la distancia; ha demostrado paciencia;
Un no yo, dando vueltas sobre las más febriles noches de Kabul,
El clima no estaba frío,
Pero acurrucada en una esquina,
La nieve se movía hacia arriba de aquellas venas.
* Oxus: El río Amu Daria es un largo río de Asia Central, antiguamente llamado río Pamir y Oxus, por los griegos. Nace en la cordillera del Pamir y sirve de frontera natural entre Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán y desemboca en el mar de Aral. Tiene un curso aproximado de 2.540 kilómetros
*Los Malayalí son un grupo que habla el malayalam en el estado hindú de Kerala
VIRUS DE LA ESCRITURA
1.
Los virus de la escritura
Y los laberintos electrónicos
Con apagones y sin computador
En una casa rentada, a siete mil por mes;
Kabul, la capital afgana
¿Qué tonto poema es éste?
Te preguntas ¿son poesía las palabras solitarias que vagan por corredores electrónicos,
Cercenadas de su existencia,
Arrojadas lejos, sin ninguna alternativa excepto la de convertirse en poema?
Miras a la imaginación vagando a través de senderos, por senderos
Tiras la correa sobre otra palabra todavía,
Tratando de dominar a esa salvaje,
Y si fracasas,
Dejas de funcionar,
Como un computador colapsado.
2.
Había alguien, alguien que escribía virus
Detrás de un computador portátil de energía diesel
Buscando URLs
Un correo anónimo se enviaría
Para conectarte a un sitio infectado;
“Soy de Florida, Estados Unidos, tengo 23 años de edad,
Busco a alguien que siga el link y sea feliz”;
¿Abrir el correo y hacer feliz a alguien?
Primero, detén los programas;
Pasando por seguridad, escribiendo 97, 98, 99,
Haciendo próxima la muerte del romance entre cero y uno.
Un escritor de virus bebió media botella de cerveza de un solo trago;
Luego, mueren computadores;
Primero al este de París, una casa,
Australia, tres minutos después,
Un hombre espera los últimos minutos afuera de una oficina de cambio
Necesita llegar a casa;
Una fiesta va a comenzar en media hora;
Filipinas, minutos más tarde,
Una chica de 19 años
En una sala de chat,
Exhibe un cuerpo usado;
En Egipto, más o menos al mismo tiempo,
Y a la mañana siguiente, Kabul.
3.
Usted, y usted, también usted,
Sí, usted y usted también,
¡Todos están arrestados!
4.
Me dicen, ¡para de escribir!
Escribe y te mostraremos a Guantánamo en casa,
Escribe y te mataremos.
Kabul, verano 2007
Manos esposadas, pies atados;
Éste es Afganistán, y éste de aquí adonde va a llegar,
Cadáveres sobre cadáveres.
El poema no tiene alternativa sino dejar de escribirse a sí mismo.
Ésta es la prisión.
5.
Le preguntaron a un gorrión de Kabul
¿En resumen, qué trama la humanidad?
El gorrión meditó sobre esto y ¡se murió!
UN ROSTRO BRONCEADO Y DIMINUTAS VENAS PÚRPURA
Un rostro bronceado y diminutas venas púrpura,
un suave rostro de moldura maya,
con los colores del azafrán y los pastos,
encorvado entre un sobretodo brillante
y un gorro de lana,
las borlas del largo saco cautelosas de los ásperos vientos de la tierra montañosa,
sobre la invisible bandera: la blancura y la cornamenta de un ciervo
de corazón disperso y difuso;
transportada por las ondas sonoras de un gramófono,
la sensación se canaliza en el aire,
el comando, el libro y el imperio de catapultas, y mucho antes
una sensación se halla en el aire, creciendo
en el brazo, y el brazo que se desintegra,
en la soledad de la oscuridad
y cuando la muerte de alguien es anunciada a la hora de la adivinación,
ocultándose de la vida,
y escapando entre los rostros nítidos y los borrosos,
un deseo para que el pulso caiga
en la hendidura de un rubí; el fruto de Badakhshan ; y un rostro que llora;
en el nacimiento de las pestañas y el suave tejido del rocío tembloroso,
para aparecer y anidar entre cabellos,
el arder de la intensa fiebre, más lasciva que siempre, más magnética que siempre;
balanceándose en dirección a la inconveniencia, la rueda de la fortuna, girando
y deteniéndose;
en un sinuoso reloj destinado a derretirse,
resbaladizo sobre las mejillas, el aniquilador del incansable reloj, interminablemente volteando;
te paras,
observas,
tomas té;
como un arco iris, te deslizas sobre la silla;
levantas un cigarrillo,
y lo enciendes;
La vacilante linterna se despierta,
da vueltas alrededor de la capa,
levantándose desde las márgenes, pintada de azul,
y se para sobre tu corazón,
se evapora a través de tus ojos;
arrastrándose hasta una esquina está un anillo con piedra de esmeralda,
el liso pasado de un remoto destino,
y tú alcanzas la línea curva,
entrando en una geografía de latitudes y longitudes,
la composición se apresura;
en medio del campo abierto, una y otra vez,
una iglesia se convierte en ruinas,
Recomponiéndose en el romper de luz y el sendero único de tu voz,
y pasa por entre latitudes y longitudes;
el calor levanta la capa,
asentándose sobre el crucifijo de tu caja torácica,
sobre la silla, temblando,
con el aleteo tejido de rocío
tomas el té,
enciendes la lámpara del arco iris,
te sumerges,
y la pluma da vueltas y vueltas,
y tú escribes tu propia muerte;
ella se mueve arriba de tus dedos,
prosiguiendo el camino hasta tu boca,
tú colapsas entre tu pulso,
escribes esto,
y te desintegras en medio de los segundos;
vas a la oficina de correos,
solicitas una carta del difunto,
buscando un augurio;
tomas la ruta,
buscas una epifanía,
en un chal arco iris,
y sacudes medallas color carmesí,
dices hola, la paz sea con vosotros,
y luego adiós;
y te dispersas entre las ondas sonoras de un gramófono,
tu corazón difuso y llevado por las ondas sonoras de un gramófono,
Permaneces en casa
y buscas una profecía,
buscando un augurio entre las horas;
el rostro bronceado se calienta,
te envuelves en torno a mi cuerpo;
buscando dónde se juntan los alientos,
te liberas en mi garganta;
te levantas,
te vuelves lágrimas
y te escurres bajo mis mejillas;
vas a la oficina postal,
buscando una carta de los muertos;
un anhelo por dejar ir,
una fecha con los anónimos héroes del tiempo
e imperios más allá de la época en que se inventó la escritura;
los que nunca fueron puestos en tinta,
embarcándose sobre la silla de montar, domando las líneas,
Abandonando el tiempo, dejando los cinco sentidos atrás;
ese rostro bronceado, un prototipo hallado cuando el hierro fue descubierto
uno que nunca, jamás encontró reflejo en la tinta.
Traducciones de Rafael Patiño Góez
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