sábado, 7 de junio de 2014

Leonard Cohen, cincuenta años de poesía

Leonard Cohen, cincuenta años de poesía



De Flores para Hitler, 1964 (Versiones de Antonio Resines)



Cielo



Los grandes pasan

pasan sin tocarse

pasan sin mirarse

cada uno sumido en el gozo

cada uno en su fuego

No tienen necesidad

el uno del otro

tienen la más profunda de las necesidades

Los grandes pasan



Registrados en algún cielo múltiple

grabados en alguna risa sin fin

pasan

como estrellas de diferentes estaciones

como meteoros de diferentes siglos

Fuego inalterado

por el fuego que pasa

risa inatacada

por el confort

se pasan los unos a los otros

sin tocarse sin mirarse

necesitando saber tan sólo

que los grandes pasan



* * * * *



Destino



Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca

educadamente y me deje solo en la bañera

porque quiero considerar mi destino.

¡Destino! ¿por qué me encuentras en esta bañera

ocioso, solo, sin lavar, sin siquiera

la intención de lavarme excepto en el último momento?

¿Por qué no me encuentras en lo alto de un poste de teléfonos,

reparando las líneas que van de ciudad a ciudad?

¿Por qué no me encuentras cabalgando a través de Cuba,

un hombre gigantesco con un machete rojo?

¿Por qué no me encuentras explicando máquinas

a pupilos poco privilegiados, españoles negroides,

contentos de que no sea un cursillo sobre escritura creativa?

Vuelve aquí pequeño y cálido cuerpo,

es la hora de otro día.

El destino ha huido y yo te elijo a ti

que me encontraste mirándote fijamente en un almacén

una tarde hace cuatro años

y has dormido conmigo desde entonces.

¿Qué te parecen mis ojos de pescador después de todo este tiempo?

¿Soy lo que esperabas?

¿Acaso estamos demasiado tiempo juntos?

¿Acaso se avergonzó el destino ante la doble toalla turca,

nuestro conocimiento de nuestras pieles,

nuestro amor que es proverbial en todo el bloque,

nuestro acuerdo de que en cuestiones espirituales

yo debo ser el Hombre del Destino

y tú la Mujer de la Casa?



* * * * *



El autobús



Fui el último pasajero del día.

Estaba solo en el autobús.

Me sentía contento de que se estuvieran gastando tanto dinero

sólo para llevarme por la Octava Avenida arriba.

¡Conductor! Grité, estamos usted y yo esta noche.

huyamos de esta gran ciudad

a una ciudad más pequeña más propia para el corazón,

conduzcamos más allá de las piscinas de Miami Beach,

usted en el asiento del conductor, yo varios asientos más atrás,

pero en las ciudades racistas cambiaremos de lugar

para mostrar lo bien que le ha ido arriba en el norte,

y busquemos para nosotros alguna diminuta villa pesquera americana

en la Florida desconocida

y aparquemos justamente al borde de la arena,

un enorme autobús como una señal,

metálico, pintado, solitario,

con matrícula de Nueva York.



* * * * *



Esperando a Marianne



He perdido un teléfono

que olía a ti



Vivo junto a la radio

todas las emisoras a la vez

pero capto una nana polaca

la capto entre la estática

se desvanece yo espero mantengo el ritmo

viene de vuelta casi dormida



Acaso tomaste el teléfono

sabiendo que yo lo olfatearía inmoderadamente

tal vez hasta que calentaría el plástico

para recoger hasta la última migaja de tu respiración



y si no piensas volver

cómo ibas a telefonear para decirme

que no piensas volver

para así por lo menos Poder discutir contigo



* * * * *



Goebbels abandona su novela y se afilia al partido



Su último poema de amor

se rompió en la bahía

donde rubios personajes blasfemaban

cargando chatarra

en oxidados submarinos.

Al sol

se sintió sorprendido

al sentirse tan carente de deseos

como una rueda.

Más simple que el dinero

se sentó sobre un poco de sal derramada

y se preguntó si volvería a encontrar alguna vez

las cicatrices de las farolas

úlceras de verja de hierro forjado.

Recordaba perfectamente

cómo dispuso

el ataque cardíaco de su padre

y cómo dejó a su madre

en un pozo

con la memoria en blanco por la pérdida de culpabilidad.

Precisión bajo el sol

los elevadores

las piezas de hierro

dispersaron a cualesquiera de vosotros

cuyo dolor hubiera dejado

igual que un silbato dispersa

a un equipo de hombres sudorosos

Preparado a unirse al mundo

sí, sí, dispuesto a casarse

convencido de que el dolor es una cuestión de elección

un Doctor de la Razón

empezó a contar los barcos

a condecorar a los hombres.

¿Amenazarán acaso los sueños

esta disciplina?

¿le llevarán el pelo favorito los muslos favoritos

los ganadores de apuestas de las carreras de caballos de la vida anterior

llevarán a aventureros cafés?

¡Ah, mis queridos pupilos!

¿creéis que existe una mano

tan bestial, tan despiadada con la belleza

que pueda apagar

su religiosa luz eléctrica antidiarreica?



* * * * *



Sobre la enfermedad de mi amor



¡Poemas! ¡Surgid!

¡Romped mi cabeza!

¿Para qué sirve un cráneo?

¡Ayuda! ¡Ayuda!

¡Os necesito!



Ella se está haciendo vieja.

Su cuerpo le dice todo.

Ha dejado a un lado los cosméticos.

Ella es una prisión de la verdad.



¡Haced que se levante!

¡Danzad los siete velos!

¡Poemas! ¡Silenciad su cuerpo!

¡Hacedla amiga de los espejos!

¿Acaso he de ponerme mi capa?

¿Vagar como la luna

sobre cielos y cielos de carne

para partir de nuevo en la mañana?



¿Acaso no puedo fingir

que cada vez se vuelve más hermosa?

¿Ser un convicto?

¿Acaso no puede mi poder engañarme?

¿Acaso no puedo vivir en mis poemas?



¡Deprisa! ¡poemas! ¡mentiras!

¡Maldita sea vuestra débil música!

¡Habéis dejado pasar a la artritis!

Tú no eres un poema

Eres un visado.



Una de las noches en las que no me suicidé

Bailáis en el día que salvasteis

mis ángeles teóricos

hijas de la nueva clase media

que lleváis la boca como la Bardot

Venid queridas mías

las películas son verdad

Yo soy el dulce cantante perdido cuya muerte

en la niebla ha sido reducida por vuestras nuevas

botas de tacón alto a colillas

Iba caminando por el puerto esta noche

buscando una cama de agua de 25 centavos

pero dormiré esta noche

con tus ligas enroscadas en mis zapatos

como arcos iris en vacaciones

con tu virginidad gobernando

los cementerios de condones como una segunda oportunidad

Yo creo Yo creo

que el jueves 12 de diciembre

no es la noche

y besaré de nuevo la vertiente de un pecho

un pequeño pezón sobre mí

como una puesta de sol





* * * * *



De La energía de los esclavos, 1972 (Versiones de Antonio Resines)



6. Me gustaría leer

uno de los poemas

que me arrastraron a la poesía.

No recuerdo ni una sola línea,

ni siquiera sé dónde buscar.

Lo mismo

me ha pasado con el dinero,

las mujeres y las charlas a última hora de la tarde.

Dónde están los poemas

que me alejaron

de todo lo que amaba

para llegar a donde estoy

desnudo con la idea de encontrarte.



* * * * *



22. No es por deciros nada,

sino para vivir eternamente

por lo que escribo esto.

Es mi codicia lo que amáis.

No me he quedado con nada.

He despreciado todos los honores.

Imperial y misteriosa,

mi codicia os ha hecho esclavos.

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