martes, 29 de septiembre de 2015

Santos López, poemas

Santos López



Fui expulsado al sueño temprano de un desierto

A rondar sin voz un solo lado de la fuerza

No era hambre ni cansancio la súbita mano del escombro

¿Qué tierra pueden andar unos pies si nada tienen ?

No es atavío de los dioses yo vagar en primera muerte

¿Acaso huyo sin forma temiendo el eco del arado ?

Extraviado me adentro en una piel que creció mientras soñaba

La tierra ya no es baldía como hoy tanto es ausente

El pájaro con el estruendo lo alejaron de nosotros.





Piedras rojas

Las piedras riegan su sangre
En un instante imposible de predecir.
Jamás recordaríamos su dedal de plasma
Que la tierra esconde en sus adentros.

A la orilla del río, el espejismo,
El ciervo que corre en zigzag,
Guarda en su espuma el fondo del mundo,
Sus partes, palabra por palabra.

Las piedras riegan su sangre de pantano,
Una tras otra, en el anochecer,
Sílaba y crisálida de casi nada
Que el ojo no ve.

A la izquierda del paisaje pasa un caballo.
Su vuelo extenso en el afuera
Rompe este ánimo de piedras
Entre hierba crecida y viento.

En medio del ruido y la vida corta,
Las piedras riegan su sangre de oro.
Su poder es morir con necesario amor:
La intención feroz del destino.



Aterrado

Estar de nuevo en la tierra,
Resonando entre el polvo y la desdicha
De un antiguo sepulcro.

Horizonte tatuado con lugares comunes.

Miras allá:
Un indigente,
Un pobre perro
Y una paloma;
Andan juntos.

Es la errancia de los desamparados.
Nadie huye de su destino:

Eso que es.
Ante el terror,

No te aferres a nada.



Aroma de piedra

Meto cuidadosamente la mano dentro de una piedra
            para remover su aroma
            y dejar un puñado de oro.

Piedra asoleada que es y no es

¿Y ahora qué?

¿Heredarás otro amor, un poco de esplendor  
redondo?
¿acaso el peso oscuro
de mi límite?

La vida afuera es un doble luto, sin morada.

Corazón piedra de oro,
Voy hacia ti sin ver.

Todo brillo adentro es la cicatriz de un cielo.



La comprehensión de Khayyám

Somos una piedra, algo común y corriente,
Lavada tantas veces por la lluvia,
En algún charco, fuente o acueducto,
Lisa siempre en el fondo del río,
O desenterrada por una madre que escogimos
Y que luego no supimos amar cuando era vieja.

Somos esa piedra, eterna, llena de polvo,
Bañada como una flor de sangre en el vientre,
Una comprehensión ciega, dormida,
Que enterramos de nuevo.


Santos LópezSantos López (Mesa de Guanipa, Venezuela, 1955) está en el camino de la poesía como expresión de la tradición ancestral, saber que sobrepasa lo individual. Poeta, periodista e iniciado en la espiritualidad del África occidental, es director-fundador de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde (fundada en 1990). Ha publicado los poemarios: Otras costumbres (1980), Alguna luz, alguna ausencia (1981), Mas doliendo ya (1984), Entre regiones (1984), Soy el animal que creo (1987), El libro de la tribu (1992 y 2014), Los buscadores de agua(1999), El cielo entre cenizas (2004), Le Ciel en cendres, edición bilingüe español-francés (2004), Soy el animal que creo. Antología (2004), I cercatori d’acqua(edición bilingüe español-italiano, 2008) y La Barata (2015). Premio Municipal de Poesía en 1987 y en 2001, poemas suyos han sido traducidos al inglés, alemán, francés, chino, coreano e italiano. Ha participado como poeta invitado en festivales y encuentros en Portugal, Francia, Colombia, Cuba, México, Chile, Bélgica, Benín y Austria.

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