domingo, 16 de octubre de 2011

noticias de Tomas Tranströmer

Presentación de La Otra-Gaceta 55 | Revista La Otra
Tomas Tranströmer. Premio Nobel 2011. ¿Un premio a la poesía?
Tomas Tranströmer
Tomas Tranströmer

Tierra calada
El sol blanco se filtra en el smog.
La luz resuma, se desliza hacia abajo
Hasta mis ojos inferiores que descansan
profundamente bajo la ciudad y miran a lo alto
viendo la ciudad desde abajo: calles, cimientos
como fotos aéreas de una ciudad en guerra
Aunque al contrario – una foto de topo:
silenciosos cuadros en colores apagados.
Ahí se toman las decisiones. Los huesos de los muertos
no se pueden diferenciar de los huesos de los vivos.
La luz del sol aumenta de volumen, chorrea
en las cabinas de avión y las vainas de los guisantes.

Nocturno
Conduzco a través de una aldea en la noche, las casas surgen
En la luz de los reflectores –están despiertas, quieren beber.
Casas, graneros, avisos, vehículos sin dueño –es el ahora
se visten de vida. La gente duerme:
unos pueden dormir plácidamente, otros tienen los rasgos tensos
como si estuvieran en duro entrenamiento para la eternidad.
No se atreven a soltar todo aunque su sueño sea pesado.
Descansan como barreras tendidas cuando el misterio pasa.
Fuera del pueblo sigue largo el camino entre los árboles del bosque.
Y los árboles los árboles callándose en mutua concordia.
Tienen el color teatral que hay en el brillo del fuego.
¡Cuán nítidas sus hojas! Me acompañan hasta casa.
Ya acostado voy a dormir, veo imágenes desconocidas
y signos garrapateándose tras los párpados
en la pared de la oscuridad. En el resquicio entre la vigilia y el sueño
una carta grande intenta deslizarse inútilmente.

A casa
Una llamada telefónica se escurrió en la noche y centelleó en el campo
y en los suburbios.
Luego dormí inquieto en la cama de hotel.
Semejante a una aguja en el compás que un corredor de orientación lleva
a través del bosque con el corazón palpitante.

Anémonas azules
¡Dejarse embrujar!- nada más sencillo. Es uno de los trucos más antiguos de la tierra y la primavera: Anémonas azules. De cierto modo son inesperadas. Brotan del pardo crujido del año recién ido en lugares inadvertidos donde de otro modo la mirada nunca se detendría. Alumbran y flotan, si flotan y es a causa del color. Este fervoroso azul violeta ahora no pesa nada. Es el éxtasis pero bajo techo angosto. –“Hacer carrera” –¡no viene al caso! “Poder” y “publicidad” –¡risible! Al parecer organizaron una gran recepción arriba en Nínive, the giordo rusk ok mykit banh. Alto en el techo –sobre todas las cabezas colgaban arañas de cristal como buitres de vidrio. En vez de un demasiado decorado y alarmante callejón sin salida las anémonas azules abren un camino de arces a la fiesta real, de silencio mortal.


“The giordo rusk mykit banh” (cita de las Crónicas de Erik del siglo 14 que describe un ensayo musical)

Deshielo de mediodía
El aire matutino distribuyó sus cartas con ígneas estampillas.
La nieve alumbró y todas los fardos se aligeraron –un kilo no pesaba más que 700 gramos.
El sol estaba alto sobre el hielo, volando inmóvil caliente y frío a la vez.
El viento avanzó lentamente como si empujara un coche de niño delante.
Las familias salieron, vieron el cielo abierto por primera vez en mucho tiempo.
Nos encontrábamos en el primer capítulo de un vigoroso relato.
El brillo del sol se atascó en todas las boinas de piel como el polen en los abejorros
Y el brillo del sol se atascó en el nombre invierno y ahí se quedó hasta que el invierno terminara.
Un bodegón de maderos en la nieve me volvió pensativo. Les pregunté:
“ Vamos juntos hasta mi infancia?” Me contestaron “si”.
En los matorrales se oyó un murmullo de palabras en un idioma nuevo:
las vocales eran cielo azul y las consonantes eran ramitas negras y se hablaba muy lentamente
sobre la nieve.
Pero el avión reactor haciendo venias de sus enaguas de estruendo
logró que el silencio en la tierra aumentara de intensidad.

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