101 años de Carvalho Calero
Ferrol monta una exposición para reclamar el Día das Letras para el filólogo
LORENA BUSTABAD - Ferrol - 22/01/2011
Su centenario fue desplazado de la agenda oficial por el de Torrente
El lusismo del profesor lo apartó de las instituciones políticas y culturales
Para enmendar décadas de desmemoria, el Ayuntamiento inauguró el pasado martes Carvalho Calero, desde Ferrol para o mundo, una exposición monográfica en el centro cultural que lleva su nombre. Veinte paneles en semicírculo, varias vitrinas y una pantalla que proyecta imágenes y fragmentos de entrevistas, dan forma a la muestra, que avanza en bloques cronológicos para recorrer la trayectoria vital de Calero a través de fotografías, manuscritos y objetos personales cedidos por su familia: como un bastón, un reloj de bolsillo, su birrete de catedrático y la medalla de la Real Academia. Licenciado en Derecho y Filosofía, filólogo, historiador, ensayista, editor, intelectual galleguista y republicano, Carvalho Calero fue el primer catedrático de Lingüística e Literatura Galega de la Universidad de Santiago de Compostela en 1972.
Fue bautizado como Ricardo Leopoldo Ángel José Gerardo Carballo Calero, pero acabó por lusificar su apellido, firmando como Carvalho, cuando se erigió en el gran pensador del reintegracionismo, corriente que aboga por unificar las lenguas gallega y portuguesa. Pasó su infancia corriendo por las calles de Ferrol Vello. Fue un poeta precoz, un estudiante comprometido y combativo que presidió la Federación Universitaria Escolar. En verso y en prosa, casi siempre en gallego, pero también en castellano, engordó las páginas de las revistas A Nosa Terra y Nós, donde alternó con Castelao, Risco y Otero Pedrayo. Se atrevió con la narrativa y el teatro, pero destacó en el ensayo, con vocación rosaliana, evidenciando su debilidad por la autora de Cantares Gallegos.
Integró el núcleo fundacional del Partido Galeguista en 1931 y participó de la redacción del anteproyecto de Estatuto de Galicia que la Guerra Civil dejó en suspenso, como su plaza de funcionario en Ferrol. El inicio de la contienda lo pilló haciendo otro examen en Madrid. Le colgaron los galones de teniente y se arrastró por las trincheras andaluzas. Pagó su ideario republicano con represión carcelaria y educativa. Fue condenado a 12 años y un día de reclusión en Jaén, pero salió antes de tiempo, en 1941. Inhabilitado por el franquismo, peregrinó por la enseñanza privada de forma clandestina. Se carteó con Fernández del Riego sin cejar nunca en su defensa de Galicia, plasmada en obras como Historia da Literatura Galega Contemporánea (Galaxia, 1963) o Gramática Elemental del Gallego Común (1966).
La Academia lo invitó a ingresar en sus filas en 1957 y casi una década después, el régimen franquista le permitió ejercer la docencia desde la tarima del Liceo Rosalía de Castro de Santiago. Tenía 62 años cuando estrenó orgulloso la primera cátedra de Lingua e Literatura Galega de la universidad. Porfió en el reintegracionismo y muchos colegas le dieron la espalda. "Le costó su aislamiento de las instituciones políticas y culturales", resume la muestra dedicada a su persona.
Hace tres años que el Ayuntamiento de Ferrol reclama a la Academia que dedique el Día das Letras al filólogo. No será el 2011, ya comprometido al monfortino Lois Pereiro. "Es un deseo que comparte toda la ciudad, y que confiamos en lograr a base de perseverancia", resume el alcalde Vicente Irisarri. Su casa natal, en el número 51 de la calle San Francisco, en Ferrol Vello, es un futurible proyecto de museo. La corporación local aprobó la compra del inmueble por 350.000 euros después de cierta polémica por un coste que parecía excesivo para una casa en ruinas.
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