jueves, 25 de marzo de 2010

palabras de lumbre a su amor



la dari de mi cocina
JAMAS SE SENTABA
volaba
sus manos cantaban
humo
y era embriaguez lo que brotaba
una antigua estirpe de reinas
sobre la tierra sus pies
limaban cielo
cloqueaba el fuego
en sus ojos
color desierto
y pavos reales fundidos a su paso
volaba
como solo la luna
al caer el mundo
sobre nuestro sueño
Comiamos de su mano
alucinadas charlas
y nos daban las albas
sin tocar el suelo.
Ella cocinaba el sentido de las cosas
y tallaba los bordes en llamas
de un itinerario de pura agua.
Todo el desierto
ondulaba en su ausencia:
descansaba sin que sonara la fe
ni la muerte
solo los mercados de polvo
y los espejos en rama
tenian lugar
en su regazo
nuestra vida
pendia de su lumbre.
En el desierto del Thar
los camellos guardaban
sus sonrisas
en su voz:
jamas la llamaba nadie
era la doncella
que guardaba los cuentos.
Y la noche plagiaba
sus ojos, su calma.



llorando por poe
de Raimond Carver

Un cuervo voló has el arbol del exterior de mi ventana.
No era el cuervo de Ted Hughes, ni el cuervo de Galway,
ni el cuervo de Frost, Pasternak, o Lorca.
Ni uno de los cuervos de Homero, harto de sangre
despues de la batalla. Era sólo un cuervo.

Que jamás encajo en parte alguna,
ni hizo nada digno de mención.
Estuvo posado allí en la rama durante unos cuantos minutos.
Luego alzó el vuelo y desaparecio bellamente
de mi vida.

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