La Máquina de Escribir: Miriam Cairo: El avatar erótico
Por Miriam Cairo
SIRGA
Anoche no pude desmaterializarme, convertirme otra vez en esa partícula mínima que anda a tu alrededor, llenándote de vida, invisible y callada. Me desentendí de todos mis átomos a pesar de que el ángel sirga me hacía señas, indicándome que ya era la hora de entrar en tu paraíso en ruinas, para romper el óvulo de la desesperación con mis movimientos de hálito. Así es la vida de los sueños. Hacerse y deshacerse a los apurones para que los destiladores del tiempo no perciban mis viajes prohibidos cuando el suelo se pliega.
POSTIGOS
Anoche, el proceso estaba por comenzar. Me sangró la nariz, como siempre, y me puse de frente a mi propósito, pues hacia atrás o de costado, las desapariciones resultan particularmente desesperadas. Estaba de pie, colgando los brazos sin esfuerzo, la cabeza erguida de tal modo que los ojos no perdieran de vista el espejismo, mientra la luna me miraba encerrada en su calabozo de aire. Ya estaba a punto de transformarme en ese pedazo frágil y precario de mí misma que ante los postigos de la noche se abre y se cierra, cuando me detuve.
AGITACION
Apenas percibí tu llamado para salvar el cuerpo de la notoria esclavitud, miré hacia lo más hondo y el ángel cordel estiraba la mano desde el pasadizo, pero me contuve cuando el corazón, como de costumbre, se me iba saliendo de a chorritos por la nariz. Rojos borbotones de rubí florecían fatales buscando el tapón de tus dedos compasivos. En ese instante me di cuenta de que hago muchas cosas para verte, pero contarlo es difícil porque falta lo más importante: la agitación y la expectativa de estar haciendo todas esas cosas que no debo.
PUENTE
Luego de la sangría respiratoria quedé varios minutos mareada, temblorosa en la parte temblona, fulgurosa en la parte fulgente, alada en la parte voladora. Asumo que este proceso carece de originalidad, porque lo he copiado de amantes célebres, pero aún así, el desintegrarme no es un procedimiento sencillo ni explicable, porque siempre está a merced de los anacronismos, las sorpresas y los escándalos. Sobre todo cuando al ángel del puente se le da por reírse como loco del dolor de la locura y el resto del mundo se despierta y me sorprende desnuda en el aire, atascada en el proceso como una princesa rusa.
FRUSTRACIONES
Tengo para mí el compromiso de no confesarte nunca mis fracasos. A veces aterrizo en zonas extrañas. A veces quedo varada en la azotea del espejismo. A veces caigo en brazos equivocados. A veces pierdo la cabeza. Entonces recojo mis petates y vuelvo al principio porque no me gusta andar por el pasadizo tambaleante y decapitada. Cuando esto ocurre, el ángel bramante se desternilla en burlas y carcajadas porque quedo colgada sobre la raya negra del firmamento como una princesa rusa flameando encorvada en la cuerda de la ropa. Pero no vayas a deducir de esto que me va mal en mis esmeros. Esa es la ocasión en que me vuelvo a casa con un vertedero de palabras. Vos sabés que soy capaz de abortar cualquier resplandor antes de volverme estéril de sombras.
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