Miguel Suárez, recuperado
VALLADOLIDQuerido Miguel, una alegría cuando supe por Ildefonso
que tu obra poética estaría a disposicion de todos nosotros, salvada
del desorden que muchas veces nos acompaña. Siempre sé de ti, por los
amigos, por las ramas, por ti. Pronto te veré y lleno de fatiga, de la
tuya y de la mía, y con tu humor y tu amor volado, a duras penas nos
pasaremos, tú, tu jonda pena y yo, la impaciencia ante los caminos que
se bifurcan en un jardín que se nos impone al prado que nos reconoce.
Verte
reír es risa usada pero que alivia a duras penas la melancolía,
melancolía que ahuyenta, perro fiel, la puta nostalgia del presente..
La Fundación Santiago Montes abre el curso de sus actividades culturales con la presentación de la poesía reunida del autor de 'La voz del cuidado'
Por ANGÉLICA TANARRO
Miguel Suárez es un poeta retirado. Retirado en el estricto sentido de la palabra. Apartado del ruido. Oculto. No cabe duda de que su invisibilidad ha podido afectar a su poesía. Injustamente invisible para su calidad. Pero la colección Ocnos Alas, de la editorial Dilema, dedicada a publicar Poesía Reunida de diversos autores ha contribuido a paliar ese silencio que pesa sobre una obra radical y plenamente contemporánea. El libro, que lleva por título el de su último libro, 'La voz del cuidado', se presentó ayer en la Fundación Santiago Montes.
Tres escritores, tres conocedores de su obra en profundidad fueron los encargados de desentrañar una poesía jalonada por títulos como 'Nombrando el porvenir', 'Diciéndolo de nuevo' o 'La perseverancia del desaparecido', título que parece una premonición.
Para Antonio Méndez Rubio, que es además el autor del documentado prólogo con el que se abre el volumen, «llama la atención la relación que mantienen los textos con su época, los últimos 25 años del siglo XX, una época atravesada por la Transición, es decir, una época crítica. Lo que me lleva la atención es el diálogo del texto con el contexto, pero no para retratarlo, sino que elabora este mundo inmediato y lo lleva más allá de los paradigmas de ese mundo. Su poesía lo desborda y lo lleva más allá de lo local, al grado de la poesía universal. Hay pocos ejemplos de poetas que en contextos tan convulsos hayan tenido la lucidez para retratar su época mostrando el negativo de la fotografía».
Para el autor de 'El fin del mundo', Miguel Suárez es «el poeta en lengua castellana que mejor ha interpretado la herencia de Rimbaud. Hay una intimidad entre la poética de Miguel y la de Rimbaud que es diferente a la que podemos encontrar en otros autores. Hay una sintonía en la fragilidad y en la singularidad. Todos dialogamos con los poetas que nos gustan, pero dialogar con Rimbaud es difícil. Apostar por su obra como la influencia más directa es muy valiente y creo que hay que decirlo».
Ildefonso Rodríguez destaca en su poesía un «raro equilibrio». «Es una literatura de gran profundidad pero está dicha como sin énfasis. No quisiera decir que es natural porque la palabra no me gusta, pero sí que ves cómo dice cosas muy especiales con el mismo tono con el que pediría una cerveza. Otros poetas para decir cosas profundas necesitan énfasis o un determinado contorno emocional... En fin es lo que decía Simone Weil cuando hablaba de 'La gravedad y la gracia'. Miguel está tocado por esa gracia».
De entre sus libros, prefiere 'Nombrando el porvenir' que es el primero, aunque se publicó el último. «De alguna manera lo hicimos juntos, no porque yo haya tenido que ver en su escritura sino porque es el tiempo que compartimos, es la música de mi juventud. Es donde más estoy. Es como una canción de Los Beatles, como la iniciación a la poesía».
Tradición abierta
Antonio Ortega considera que Suárez es «uno de los poetas más importantes de la última mitad del siglo XX. Y eso porque dejó de publicar en el 95. Creo que la tradición en la que se fundamenta su poesía no tiene nada que ver con la tradición de otros poetas contemporáneos suyos. La suya está abierta a lo de fuera. Y es un gran lector de poesía extranjera lo que es fundamental para su lenguaje. Diría que la suya es una poesía de la experiencia pero no entendida como la entienden los poetas de la experiencia, donde la realidad no es contingente o cotidiana, sino que invita a la reflexión. No pide un lector complaciente».
Para Ortega, Miguel Suárez «es un poeta que abre un montón de caminos frente a otros más trillados que transitan algunos de sus contemporáneos. Su palabra es rebelde y dolorosa. Y además calladamente ha influido en muchos otros, no ya entre los que podríamos decir que comparten con él el tiempo y la familia literaria como Ildefonso Rodríguez o Miguel Casado. Sino en muchos otros. Hace tiempo me dijo Gustavo Martín Garzo que 'La voz del cuidado' era uno de sus libros de cabecera»
Y otro pequeña reseña de Angelica sobre Miguel, sacada de su blog "calle58":
Fue el viernes pasado. En la Fundación Santiago
Montes. En algún lugar de este espacio sideral, de este periódico que
no huele ni mancha de tinta ya está suficientemente reseñado el actro.
Asi como en la edición impresa del sábado. (Miguel Suárez recuperado,
se titula por si alguien tiene curiosidad pues no me quería repetir).
Este hueco en la red es para contar que fue un homenaje sin
homenajeado. Que aunque las puertas de la Fundación
permanecieron abiertas porque este mes de octubre es distinto a otros
octubres y es benévolo y aunque Ildefonso Rodríguez miraba a ver si por
fin aparecía, pues Miguel no apareció. Postura que, por otra parte, es
absolutamente respetable. Además de Ildefonso Rodríguez y Antonio
Méndez Rubio hablaron de su poesía. Lo hizo tamibén Antonio Ortega,
como editor. Porque esa era la noticia. La apariión, hace ya unos
meses, de la Poesía Reunida de Miguel Suárez, el poeta escondido. La
lectura de 'La voz del cuidado' es altamente recomendable por su alto
voltaje.
En
este comienzo del otoño en el que a veces se sienten las cuchillas de
cerca. He elegido este poema para tenerle presente en el blog::
"Como yo, cuantos en el Meridiano de Greenwich –al
menos—
intentando estáis guareceros contra ese aluvión de cuchillas
que viene, esforzándoos por sostener la mirada a su brillo,
cito ahora.
Muchedumbre de rostros tras la ventana, con ojeras de
alcohol
o de fármaco, sobresaltados en el lecho: os tengo en cuenta.
Solo no podría con tanta luz."
(De 'Luz de cruce')
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