martes, 9 de febrero de 2021

Rafael Alarcón transcribe borradores de Antonio Machado en una nueva antología

Rafael Alarcón transcribe borradores de Antonio Machado en una nueva antología

Si algo caracteriza a Rafael Alarcón Sierra (Zaragoza, 1968), profesor titular de la Universidad de Jaén, es su versatilidad, su rigor y una honda sensibilidad. Experto en la obra Juan Ramón Jiménez, El Greco, los aviones en la literatura española, también es estudioso de los hermanos Antonio y Manuel Machado , a quien por cierto dedicó su tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza.

Ahora publica una antología personal de Antonio Machado, que incluye transcripción de manuscritos de los fondos de Sevilla y Burgos que no figura en las obras completas del poeta. Explica: “Carlos Alcorta, poeta y editor de Calambur, acaba de publicar ‘Fotosíntesis’ en las PUZ, sabe que llevo tiempo trabajando en los Machado y me propone hacer una antología de Antonio Machado con total libertad. Enseguida me di cuenta de que, por haberlo leído cientos de veces, ya tengo hecha mentalmente mi antología de Machado (como le pasará a cualquier lector suyo); que puedo eliminar todas las composiciones que no me parecen excelentes (poemas de circunstancias, homenajes, repeticiones, etc.) y hacer un libro no solo útil, sino también bonito. Como además soy filólogo, me planteo que la antología no sea un capricho, sino que ayude a entender mejor su trayectoria y su evolución”. Confiesa que él mismo ha aprendido con ella y que el curioso va a hallar un Machado ‘repristinado’. Así nació ‘A orillas del gran silencio’.

Puesto a la tarea, Rafael Alarcón constató que “de Machado hay mucho que no sabemos. Lo biográfico es una ayuda importante para explicarnos mejor su obra, que es lo que me interesa, pero huyo de las interpretaciones meramente biográficas. Nunca acabamos de entender del todo a un gran poeta y además, cada generación de lectores, con su visión del mundo, lo interpreta de forma distinta: eso es precisamente convertirse en un clásico, lo que también sucede con los clásicos modernos, como Machado”, sostiene.

Para el profesor zaragozano Machado “parece un poeta sencillo pero es un poeta complejo, lleno de ‘puntos ciegos’ y de aspectos que sigo sin entender bien”. Esa consideración le ha llevado realizar diversas preguntas: ¿por qué, tras haber hecho suya como nadie la modernidad simbolista en ‘Soledades’, se aleja de ella y se convierte en un poeta a contracorriente? ¿Por qué emprende tantas tentativas distintas (lo descriptivo-reflexivo, el romance narrativo, lo folklórico-filosófico, etc.), sin un resultado satisfactorio? ¿Por qué paulatinamente abandona el verso a favor de la prosa?

Antología de Antonio Machado en Calambur.
Retrato de Antonio Machado.
Archivo HA.

Con esas cuestiones en el aire, el experto fija su atención: “Mi trabajo como filólogo no es ocultar estas aristas debajo de una alfombra, sino hacerlas visibles y explicárselas al lector lo mejor que pueda, sin rehuir su complejidad”. Por ello transforma la introducción al libro en algo semejante a una guía de lectura. Rafael llevaba muchos años trabajando sobre los hermanos Machado, poetas y dramaturgos. “En 2005-2006 un pequeño equipo de investigadores hicimos una edición diplomática (transcripción y anotación) de los manuscritos machadianos de Sevilla (diez volúmenes que publicó la Fundación Unicaja), y también estudié por mi cuenta los manuscritos conservados en Burgos. Ahora mismo sigo trabajando con los nuevos manuscritos que ha adquirido recientemente a sus herederos la Fundación Unicaja, de la que hemos preparado exposiciones en Sevilla, Málaga o Madrid. Todo esto ha hecho que no deje de plantearme cuestiones sobre los Machado casi a diario”.

"El amor comienza siempre por primera vez, también en la vejez. También escribe algo significativo: que ella fue la que le buscó a él, no al contrario”, dice Rafael Alarcón

Una selección de todo ello figura en la antología. “Con los manuscritos que se conservan de Antonio Machado, que son muy numerosos, no solo entramos en su ‘taller literario’, es decir, en conocer cómo afronta su escritura, sino que podemos estudiar multitud de borradores de textos que decidió no publicar (de prosa, verso y teatro). Estos nos ayudan a completar y entender mejor toda su obra”, dice.

Rafael Alarcón huye de la terminología ‘poemas inéditos’, y prefiere la de ‘borradores’, que hay que estudiar de modo distinto. “Con ellos algún día se realizará una completa edición crítica de su obra. Hay unos cuantos, no demasiados, que sí aportan ciertas novedades a lo que ya conocemos. En la antología ‘A orillas del gran silencio’ he añadido un apéndice transcribiendo algunos de estos borradores de Sevilla y Burgos (los que complementan mejor su obra publicada), que ya di a conocer en trabajos previos, pero en un ámbito especializado. Creo que es la primera vez que aparecen en una antología dirigida al gran público”, agrega.

Entre los ‘borradores’ o poemas de los manuscritos hay piezas dedicadas a Guiomar (nombre literario de la poeta Pilar Valderrama, bautizada por cierto en el Pilar de Zaragoza). El estudioso señala: “En los borradores a Guiomar (de poemas que no publica), Machado se sorprende de que su nombre suene otra vez en labios de una mujer, cuando ya no se esperaba. Y dice algo precioso: que tiembla al escucharlo como cuando era niño y adolescente. Es decir, que el amor comienza siempre por primera vez, también en la vejez. También escribe algo significativo: que ella fue la que le buscó a él, no al contrario”

Antología de Antonio Machado.
Antonio Machado y Leonor Izquierdo, tras su boda.
Archivo HA.

ALGUNOS POEMAS

[Del ciclo de Leonor]

I

Yo buscaba a Dios un día

¿Dónde estás que no te veo?

Era una voz que decía:

Creo.

Tengo en mi pecho clavado

un dardo tuyo, Señor.

Me heriste y he blasfemado

por amor.

II

La muerte ronda mi calle.

Llamará.

¡Ay, lo que yo más adoro

se lo tiene de llevar!

La muerte llama a mi puerta.

Quiere entrar.

¡Ay! Señor, si me la llevas

ya no te vuelvo a rezar.

¡Ay! Mi corazón se rompe

de dolor.

¿Es verdad que me la llevas?

No me la quites, señor.

__

Una mañana dorada

de un día de primavera

vi sentada

la muerte a su cabecera.

__

Quiero amarte y solo puedo

blasfemar y aborrecer,

mátame la fe del miedo

del poder.

III

Tengo en mi pecho clavado

un dardo tuyo, Señor;

me heriste y he blasfemado

por amor.

Señor, señor, yo te llamo.

¿Dónde estás que no te veo?

Voz que en el desierto clama

dice: creo, creo, creo.

__

Soñaba yo que tenía

poder sobre las estrellas

que al par que yo las veía

se iban alumbrando ellas.

__

Hoy que se me apagó mi lucero

y no lo veré jamás.

Y, cuando cierre mis ojos

Las estrellas brillarán.

__

Cuando se cierren mis ojos

hartos de mirar sin ver;

cuando se cierren mis ojos,

yo veré.

Cuando mis ojos se cierren,

ojos que ya no te ven,

cuando mis ojos se cierren,

te veré.

Libre lo que quiso ver

de lo que ver no podía

verá lo que no veía.

Verá lo que no podía

el alma que quiso ver

con el cristal que veía.

Cuando se trague la tierra

los ojos que nada ven,

cuando se trague la tierra

los ojos que no te ven,

cuando me trague la tierra

te veré. 

*Cuaderno 5 de Burgos, fols. 2r-4r y 10r-12r. Manuscritos reproducidos en El fondo machadiano de Burgos. 'Los papeles de Antonio Machado', I (1), Burgos, Institución Fernán González / Diputación Provincial de Burgos, 2004, pp. 373-377 y 389-393. Fechable en 1912-1913.

Antología de Antonio Machado.
Retrato de Pilar Valderrama, la mujer real, poeta, que se oculta tras el nombre de Guiomar.
Archivo HA.

[DEL CICLO DE GUIOMAR]

Y siento que otra vez mi nombre suena

en labios de mujer, que es ser nacido,

a lujuria y piedad, a vida plena.

En labios de mujer mi nombre suena,

¿qué espejo de mi nombre tan bruñido

será voz que mi nombre ha repetido

si en labios de mujer mi nombre suena,

mi nombre en esa voz puesta en olvido,

queriendo, otra vez, haber nacido? 

I

Sorpresas tiene la vida,

Guiomar, del alma y del cuerpo;

que nadie guarde hasta el fin

el mote que le pusieron;

nadie cree ser quien dicen

que es, ni que pueda serlo.

Nadie crea en quien dicen

que es, ni que pueda serlo;

que nadie guarde hasta el fin

el mote que le pusieron. 3

II

Tú fuiste mi gran sorpresa:

ver lo que más se ha esperado

día en que ya no se espera.

III

Tú me buscaste un día

–yo nunca a ti, Guiomar–,

y yo temblé al mirarme en el tardío

curioso espejo de mi soledad.

IV

Temblé como temblaba cuando niño,

al sospechar...

Y cuando adolescente,

sabiendo ya

lo que sabían todos, y, maduro,

cuando volví a ignorar.

Ahora, ya viejo, esa palabra fuerte:

“¡mujer!”, ¡cómo otra vez me hace temblar!4

**Estos ‘borradores’, recuerda el autor, “ya se dieron a conocer en 204-2005 en publicaciones especializadas (por mí junto a los investigadores que editamos los manuscritos de la Fundación Unicaja); los poemas de Burgos sí que son transcripción exclusivamente mía”.

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