El joven poeta Yahya Hassan, durante una visita a Madrid en el 2014. /
El poeta danés de origen palestino Yahya Hassan, un fenómeno literario en Dinamarca, ha fallecido a los 24 años, informó este jueves Gyldendal, su editorial.
Hassan fue encontrado sin vida en su casa en Aarhus (oeste), ciudad en uno de cuyos guetos de inmigrantes musulmanes nació y creció, sin que se haya informado de la causa de su muerte.
'Yahya Hassan', su libro homónimo, sacudió el panorama literario danés en el 2013, convirtiéndose con 120.000 ejemplares, en el libro de poesía de un debutante más vendido en la historia de Dinamarca.
Sus poemas duros y directos sobre su crecimiento en una familia disfuncional, su crítica a los círculos islamistas y su peculiar estilo al recitar hicieron de él una prometedora figura de la literatura danesa y un fenómeno social, que fue traducido a varios idiomas, entre ellos el español.
Protección policial
Ganador de varios prestigiosos premios literarios en Dinamarca como el que otorga 'Politiken', principal diario del país, Hassan -crítico también con el Estado de bienestar danés- tuvo que recibir protección policial por amenazas de muerte de radicales islamistas.
Al éxito le siguieron nuevos problemas con la justicia por varios episodios violentos y posesión de drogas y un ingreso en un hospital psiquiátrico.
El joven poeta había regresado en noviembre pasado con 'Yahya Hassan 2', otro libro de poemas biográficos y por el que había sido nominado al premio de literatura del Consejo Nórdico, uno de los más prestigiosos en Escandinavia.
Poemas y texto sacados de
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2015/02/yahya-hassan-15067-poeta-de-dinamarca.html
Yahya Hassan, el poeta danés que escupe
a Europa
Está cabreado. Ha nacido y crecido en un suburbio de Aarhus, la segunda ciudad danesa más grande. Sus padres son palestinos.
Está cabreado. Ha nacido y crecido en un suburbio de Aarhus, la segunda ciudad danesa más grande. Sus padres son palestinos. Hasta que lo meten en un internado, con 13 años, sufre su maltrato, su castigo y su odio. Él y al resto de sus hermanos. Yahya Hassan tiene 19 años y llega cuarto de hora tarde a esta entrevista o lo que sea. Ha dejado de delinquir gracias a la literatura, se ha convertido en un escritor de éxito y su destructivo poemario se ha traducido a ocho idiomas, y ha vendido más de 100.000 ejemplares del libro que tituló con su nombre y aquí publica el sello Suma. Sin más. Pero sigue odiando al mundo. Con verdadero asco, con auténtico desprecio. La indignación es un enfado de salón con alfombra y un vaso de whisky sobre la chimenea, él está jodido.
La Justicia le conoció como delincuente y unos años después le protege de quienes quieren verlo muerto. Sus críticas contra la comunidad musulmana danesa y la extrema derecha, impresas en este poemario urgente, brillante y visceral, no han gustado. No está resentido por llevar escolta o por tener que defenderse en los platós de su país. Que haya escrito sobre su vida a borbotones y lo haga en mayúsculas, como un grito impertinente que no va a callar, no es más que un botón –apenas depurado- de todo lo que tiene ahí adentro metido.
Hassan acaba de entrar a la terraza del hotel en el que la editorial recibe a los periodistas para preguntarle a su autor por lo obvio cuando tratamos de buscarle sentido a una fiera indomable, que pide un vodka pasadas las once de la mañana o responde con la misma desgana que el que pregunta, de pie, moviéndose de un lado para otro, como un león enjaulado, mientras la traductora resuelve el danés en español, saltándose las palabras que podrían ofender al periodista. Se agarra al cigarrillo y a un mechero con la piedra destrozada y el dedo pulgar chamuscado.
Mientras espera una nueva cuestión se revuelve, tira hojas arrugadas por el balcón. Tampoco se siente cómodo con el papel de escritor, a pesar de que trate de camuflarlo con botines brillantes, traje azul, camisa estampada a mil flores y un pin con la bandera de Palestina en la solapa. “Que no leo. Ahora no. Porque soy muy vago. Antes, por supuesto. He leído muchísimas novelas, pero no tengo suficiente memoria como para recordarlas. Y poesía casi todo el tiempo”. Al periodista inútil no se le ocurre otra cosa más que insistir por la senda de lo previsible. ¿Algo de poesía española? “Desgraciadamente, no soy tan culto como parezco”.
En esencia, Hassan es un kamizake que ha devuelto toda esa miseria que traga desde hace casi dos décadas. Lo ha hecho sin miedo a la represión, a los tabúes o a las amenazas. Un vómito auténtico, y viceversa. Es un adicto a la libertad de expresión. “Por muchas razones no sé nada del futuro, ni me interesa”, contesta. Tampoco sabe si volverá a escribir: “Para que haya expresiones, tiene que haber impresiones”, pero ¿qué puede impresionar a alguien que ha estado en busca y captura?
El libro arranca con una paliza. El padre no se anda con chiquitas y uno piensa en todos los disfraces con los que viste Tarantino su violencia para hacerla pop. Aquí hay mugre y sangre de verdad. En su país lo comparan con Walt Whitman desatado, otros con Jean Genet, pero lo que pone sobre la mesa la aparición de Yahya Hassan es el cuestionamiento de la propiedad de la literatura, ¿de quién es? ¿Quién llega a la literatura? ¿Quién pone las fronteras? ¿Quién pide el pasaporte? ¿Quién levanta la barrera?.
“Escribo porque es mi forma de expresarme”. El escritor continúa de pie y en el contrapicado desde el sofá del lujoso lounge, para holgazanear mirando los tejados de la ciudad, se asoma el rastro del acné juvenil cruzado por alguna que otra cicatriz. Un niño salvaje, colmado de rabia, dolor y alegría. Ésta en menos cantidad que los otros dos componentes básicos de su poesía a la que llegó como plan de rehabilitación del municipio. A los niños en riesgo social les ofrecían cursos de creatividad para sacarles de quinquis. “Tuve que decidir entre ir a clases de danza o rap”. No le hemos visto bailar.
Así que empezó escribiendo letras para canciones de rap y pronto se cansó de la caricatura de cantarles a chicas y chicos enamorados de sus coches y de su ropa. “Ahora escribo de forma más libre”. En el poemario desvela que escribir es como una habitación sin ruidos, en la que se aísla con las palabras y sus vivencias, sin ser perseguido por nadie. “No buscaba tanto una poesía como expresarme libremente. Al final, parece que es poesía, porque es lo que más libertad me da. Pero no me importa si es novela, relato o lo que sea”.
Los poemas avanzan como lo haría un diario, desde la infancia a la adolescencia, pasando por persecuciones policiales, prisiones preventivas, porras extensibles, centros de día, insultos a Alá y a la hipocresía de la sociedad europea. No queda títere con cabeza, su ateísmo es un escupitajo que se ríe del agua contaminada que beben en la mezquita como si fuera la del pozo que el arcángel Gabriel hizo aparecer por arte de magia en el desierto cuando Abrahán e Ismael se morían de sed. Pero también hay ración de ironía para el cristianismo y la Policía. Y el periodista, que acaba de soltar estúpidamente la palabra prohibida: “inmigrante”.
Hassan cambia de tono drásticamente y el torrente en danés crece para aclarar que no es inmigrante, que nació en Dinamarca, que le molesta esta jerga nuestra de los medios de comunicación. “¿Qué es un inmigrante? Una persona que se pone unas botas, mete comida en la mochila y cruza fronteras. Poco más. Pero qué hay detrás de la persona, cómo es su historia. Y qué es la literatura de la inmigración. Eso no existe”.
Parecía imposible, pero su enojo crece. Ha sido la tecla de la política, del menosprecio europeo a la migración. “La gente no quiere preguntarse ni entender el pasado de nadie. Es más fácil ser solamente un inmigrante. Como la sociedad no quiere asumir la responsabilidad ante los inmigrantes, prefiere crear unos estereotipos”. La obra de Yahya Hassan, precisamente, es eso, un vaciado de la experiencia personal sin concesiones, ni adversativas. Eso sólo puede hacerlo alguien con una biografía negra y resaca, de corazón enorme. Entonces, ¿utopía? ¿La literatura cambiará esto? “Evidentemente, la literatura no cambiará nada porque tú me has preguntado por la inmigración”.
INFANCIA
CINCO HIJOS EN FILA Y EL PADRE CON UN PALO EN LA MANO
LLANTO Y UN CHARCO DE ORINES
UNO POR UNO OFRECEMOS LA MANO
EN ANTICIPACIÓN DEL CASTIGO QUE LLEGARÁ
EL SONIDO DEL GOLPE
UNA HERMANA QUE SALTA
VELOZ DE UN PIE A OTRO
LOS ORINES BAJAN EN CASCADA POR SU PIERNA
PRIMERO UNA MANO LUEGO LA OTRA
SI NO TE APURAS EL GOLPE CAE DONDE CAIGA
UN GOLPE UN GRITO UN NÚMERO 30 O 40 O 50 A VECES
Y LA PATADA EN EL CULO CUANDO PASAS LA PUERTA
UN HERMANO QUE ÉL LEVANTA POR EL HOMBRO
Y SIGUE CONTANDO Y GOLPEANDO
A LA ESPERA DE MI TURNO MIRO AL PISO
MAMÁ QUIEBRA PLATOS EN LA ESCALERA
MIENTRA AL JAZEERA TRANSMITE NOTICIAS
BULDOZERS MUY ACTIVOS Y CUERPOS QUEMADOS EN PEDAZOS
LA FRANJA DE GAZA EN LA RESOLANA
QUEMAN BANDERAS
SI UN SIONISTA NO ACEPTA QUE EXISTIMOS
NO EXISTIMOS
CUANDO NOS TRAGAMOS EL DOLOR Y EL MIEDO
CUANDO ANHELAMOS RESPIRAR Y DARNOS SENTIDO
NO PODEMOS HABLAR ÁRABE EN LA ESCUELA
NO PODEMOS HABLAR DANÉS EN CASA
UN GOLPE UN GRITO UN NÚMERO
A LA PUERTA
ROSQUILLA NAVIDEÑA EN MANO ME METÍA EN UN ARMARIO
APRENDÍ A AMARRAR EL CORDÓN DE MIS ZAPATOS EN SILENCIO
DECORÉ NARANJAS CON ESPECIAS Y CINTAS ROJAS
COLGABAN DEL TECHO COMO MUÑECAS DE VUDÚ
ASÍ RECUERDO EL KINDERGARTEN
LOS OTROS ESPERABAN A PAPÁ NOEL
PERO YO LE TENÍA TANTO MIEDO
COMO A MI PADRE
SALAM HABIBI
YO PULÍA UN PEDAZO DE MADERA EN LA ESCUELA
CUANDO EL MAESTRO ME ENTREGÓ EL TELÉFONO
QUE USABA PARA LLAMAR A MI PADRE
QUÉ HE HECHO AHORA PREGUNTÉ
Y PUSE EL TELÉFONO AL OÍDO
PERO ERA MI MADRE
DIJO QUE SE HABÍA IDO
ME PUSE A LLORAR
LA NOCHE ANTERIOR NOS HABÍAN DEJADO EN LA SALA
LA PUERTA DE LA ALCOBA PERMANECÍA CERRADA
RUIDOS ADENTRO Y UNA MIRADA POR EL OJO DE LA CERRADURA
MAMÁ CON UN CABLE AL CUELLO
YO EMPUJÉ LA PUERTA Y ÉL SE SOLTÓ EL CINTURÓN
YA ME HABÍA DICHO QUE PERMANECIERA EN LA SALA
POEMA EXTENSO (Fragmento)
TÚ NO CONSUMES CARNE DE PUERCO
QUE ALÁ TE BENDIGA POR TU DIETA
TÚ QUIERES LA ORACIÓN DEL VIERNES EL PRÓXIMO VIERNES
QUIERES RAMADÁN EL PRÓXIMO RAMADÁN
Y ENTRE VIERNES Y VIERNES Y RAMADÁN Y RAMADÁN
QUIERES LLEVAR UN PUÑAL EN EL BOLSILLO
VAS AVERIGUANDO LOS PROBLEMAS DE LA GENTE
CUANDO EL ÚNICO PROBLEMA ERES TÚ
LOS CAMINOS DE ALÁ TERMINAN AQUÍ
NUNCA LLEGARÁ UN DÍA CON COCHE AMARILLO Y CARICIAS
ESTO ES LO MÍO
ORACIÓN DEL VIERNES Y CERVEZA
FALTA DE OXÍGENO EN EL GUETO
TENSO COMO EL CINTURÓN DEL HIMALAYA.
CAGO UNA ROSA CON ESPINAS
MI OJETE SANGRA DE LOCURA Y VENGANZA
ME METIERON EL ANTISEMITISMO CON LA LECHE PATERNA
CON LOS DRONES SOBRE LOS OLIVOS
CON ESTRELLAS Y BARRAS Y FÓSFORO BLANCO
ME LO METIERON CON EL MURO DE LAS LAMENTACIONES
CON PENA DESDE EL HOLOCAUSTO
CON LA PENA DE LOS PALESTINOS Y YO ME COMPADEZCO DE ELLOS.
UN MUSULMÁN DEL PARQUE DE GELLERUP
DA CON NUESTRO PORTAL
LEE EN LOS BUZONES
Y LLAMA A LA PUERTA CON MÁS NOMBRES DE CHICA
VALORA LA PROLE
QUIERE A MI HERMANA PEQUEÑA DE AMA DE CASA
CREARLE UN PARAÍSO EN OTRO BLOQUE DE CEMENTO
CON ALÁ COMO GUÍA Y UNA DIFERENCIA DE 20 AÑOS
SER EL PRIMER HOMBRE EN LA PRIMERA NOCHE
FOLLAR CON SU BARBA Y DAR GRACIAS A ALÁ POR TODO
OTRO MUSULMÁN DEL PARQUE GELLERUP
DA CON NUESTRO PORTAL
VALORA LA PROLE
QUIERE A MI HERMANA
PARIRÁ 10 RATERILLOS PARA DESENTENDERSE DE ELLOS
SI SE HACEN INFIELES.
ME DEJASTE ASÍ
CON UN PORRO EN LA COMISURA DE LOS LABIOS
UÑAS DE HACHÍS MORDIDAS
PANTALLA NEGRA Y SUPERMARIHUANA
YO NO SÉ QUÉ ES LO QUE PASA AHÍ DETRÁS DE LOS ÁRBOLES
SI ES OTRO EL VIENTO QUE SOPLA
PERO TE ESTOY LLAMANDO DESDE LA COMISARÍA.
YO YO SOY EL HIJO LOCO
YO YO HE CAMBIADO LOS BUZOS DE JOGGING
POR CIVILIZADOS Y MODERADOS
JEANS PITILLOS
YO YO LES HAGO LA GUERRA CON PALABRAS
Y USTEDES USTEDES RESPONDEN CON FUEGO
YO YO SOY KAFIR YO SOY MUNFIQ
YO YO SOY PERRO
YO YO SOY SUCIO MI ALMA POBRE
Y POR SOBRE ESTOS ACTOS ATROCES
YO DESCANSO BAJO EL SOL DE PRIMAVERA
LA PUERTA DEL DORMITORIO ESTABA CERRADA
SONIDOS DETRÁS DE LA PUERTA Y UN VISTAZO
A TRAVÉS DE LA CERRADURA
MADRE CON UN CABLE ALREDEDOR DE SU GARGANTA
ABRO LA PUERTA Y ÉL SE QUITA EL CINTURÓN
YA ME HABÍAN DICHO QUE ME QUEDARA EN EL SALÓN
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