domingo, 1 de febrero de 2015

EL ÚLTIMO POEMA, de Jorge Armesto

El Territorio Vacío: EL ÚLTIMO POEMA: En 1999 renegué de la poesía hastiado de mi propia mediocridad y de lo que consideraba un paisaje humano plagado de falsarios deseosos de h...





En 1999 renegué de la poesía hastiado de mi propia mediocridad y de lo que consideraba un paisaje humano plagado de falsarios deseosos de hacerse un hueco en la gestación de la poesía contemporánea de Galicia. Al lado de algunas personas honradas que aún perseveran en ese empeño de contar en verso emergió un ejército de vacuos poetastros con un indisimulado anhelo de convertirse en Generación. Los recitales causaban vergüenza ajena y el ambiente nocturno era pedante y falso. El lenguaje poético servía de coartada para la exaltación de la insignificancia. Soñaban con verse en antologías. El mezquino reparto de premios y jurados literarios me repugnó. Todo esto también contaminó el modo de ver mis propios poemas que consideré poco menos que una absoluta basura. En realidad, todo era un síntoma más de la enfermedad de la rabia. Este fue el último que escribí.



EL CARTÓGRAFO


Durante meses vagué por el océano buscando un paraíso.

Después de cruzar la última frontera
en la línea esmeralda del mar
encontré el continente oscuro
o tal vez el síntoma terminal
del febril delirio del mal del marino.

Apenas esbozado detrás de la kalima
semejaba flotar y alejarse o acercarse a su capricho
como una masa viva, cambiante e informe
que parecía latir sobre las olas
o acunarse entre las sábanas de espuma.


Quise hacer real el continente oscuro
pero todos los instrumentos se descompusieron
la brújula parecía el reloj enloquecido de un suicida
y el catalejo un caleidoscopio de verdeselvas oscuras
inútil el sextante que trazaba todo el arco celeste
y ni sobre el mar servía el altímetro de ebullición
según el cual
yo debía estar en el cielo
y tal vez
tal vez lo estaba

A veinte nudos a treinta difícil de saber
una milla o cien
Cada día con todo el trapo al viento
no parábamos de acercarnos sin hacerlo a ese dibujo cambiante
bajo un cielo diferente y nunca visto
un cielo primigenio
con un astrolabio recogiendo una cosecha de nuevas estrellas
con constelaciones de dibujos misteriosos e inquietantes
que pensábamos perdidas en la noche de los tiempos
donde no brillaban la Estrella del Norte
ni la Cruz del Sur

Los hombres eran supersticiosos y comenzaron a murmurar
no era un continente sino un monstruo mitológico
y yo era un Ahab cegado por una obsesión enferma
Pero había días en que la kalima se difuminaba
y los contornos parecían tan cercanos amigables
que todos enloquecían por llegar a aquel lugar de maravilla
Incluso un atardecer creímos ver una bandada de aves marinas
y nos llegó el sonido del arroyo en la montaña en el olor a agua dulce


No sé el tiempo que pasó
Dejamos de mirar el calendario
y el día y la noche se fundieron en la misma línea difusa que el resto de los signos del cielo y de la tierra
sólo avanzando
sofocando motines y avanzando
ejecutando castigando y avanzando

con la mirada fija en esa promesa incumplida

Un día al fin
tracé la posición del continente
que jamás se había movido de su sitio
4º 23´78´´ latitud S
55º 09´ 52´´ longitud E
Y esa noche oscura y estrellada
en lo alto del cielo apareció con fuerza Casiopea, los Gemelos y la Osa Mayor
Se difuminó la kalima, el aura del continente oscuro
y me sentí como si hubiese acertado el enigma de la esfinge
como si hubiese recibido el permiso de Caronte

Así llegué a finales de octubre a la costa del continente oscuro
Circunnavegándolo en dirección sur-sudeste
Desde un paraje que parecía una selva impenetrable



Diario de a bordo J.Armesto Cartógrafo



El 29 dejamos la intrincada selva
y ante nosotros apareció una cueva marina horadada por la ola
que se perdía estrechándose en volutas acaracoladas
sin llegar a verse el fin

Sobre el acantilado avanzamos suavemente por pequeños prados de heliconias
colinas boscosas y campos aptos para el labradío
hasta llegar a lo que parecían ser dos oasis gemelos
cercados de negras palmeras datileras

En la arena un ciego oraba con el rostro hacia el agua
brillante y oscura
y en el centro del pequeño lago
flotaban colonias de plantas de loto azulado
Eran el iris del que nacían hacia la orilla
como las barcas de una noria hacia el círculo del cielo
como caminos dorados hacia el centro de Oz
los reflejos del sol que navegaba el lago al atardecer
Probé las plantas queriendo olvidar
pero no pude.


Día 30
Después de una larga calma chicha
volví a navegar hacia el sudeste
dejando a babor suaves acantilados rectilíneos
que se perdieron en cinco fiordos redondeados
coronados cada uno por un pequeño glaciar
Seguí rumbo sur
cruzando paralelos cada vez más calurosos
sin dejar de perder la línea de la costa
que se me antojaba fértil y llena de vida


31
Desembarqué en una ancha ensenada
dejando al norte dos volcanes paralelos que cerraban un valle verde y luminoso
donde encontré las primeras manadas
bosques de acacias y caña de azúcar
jacanandas y helechos aéreos
palmas y bananos
tamarindos sicomoros

y vi gráciles saltar por la sabana
cebras y gacelas
garzas impalas jirafas y antílopes Grant
y llegué al Ngorongoro de tu ombligo
y más al sur pisé Tierra de fuego
para entonces bautizaba cada metro de tu continente oscuro
como un demiurgo agradecido a un dios de grado superior
Ante mis ojos se alzaba todo el espectáculo de la vida sin mácula
las grandes migraciones de mamíferos
cruzando a lo largo de ti
desde la estación seca a la estación de las lluvias
los cantos de las tribus
los tambores
los niños cuidando el ganado
el aire azul pálido de las Tierras Altas
el susurro de los saltos de agua y el rojo sanguíneo del flamenco
y nuevos lagos encerrados en papiros
y nuevas selvas cubriendo templos y efigies de dioses extintos
Todo el continente floreció para mí
Y por primera vez imaginé mi mar como un vasto cementerio
la metáfora inútil del paso del tiempo

Ahora vago de nuevo por el océano circunnavegando tu continente oscuro
no hay cartas marinas que dibujar
ni nuevos rumbos que seguir
cada milímetro de ti está trazado en miles de mapas idénticos que no puedo renunciar a corregir
y mis instrumentos se niegan a guiarme a otro lugar que no seas tú

ya no espero hallar otras tierras
solo navego
respirando el aire salobre de tu costa
alrededor de ti

Al fondo de mi catalejo
me acostumbré a mirar en círculo
Todo mi mundo eres tú

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