NO SE PUEDE VIVIR SIN AMAR - la luz de los ciegos
Kubla Khan
EN Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran la cupula magnifica:
allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el hombre,
hacia un oceano que el sol jamas alcanza.
Dos veces cinco millas de tierra muy feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había jardines de respalndecientes rios,
donde, fertil, el árbol de incienso florecía,
y bosques milenarios como las colinas
abrazaban los rincones de verdes solares.
¡Oh sima de misterio, que se abría
bajo las verdes lomas, avanzando entre los cedros!
Era un lugar salvaje, tan sacro y hechizado
como el que frecuentara, bajo menguante luna,
una mujer, gimiendo de amor por un espíritu.
Y del abismo en ebullicion y con fragores
sin fin, cual si la tierra jadeara,
hízo que brotara un manantial caudalosa,
entre cuyo fluir veloz e intermitente
se entremezclaban fragmentos enormes, a manera
de granizo o de mieses que el trillador separa:
y en medio de aquella danza de rocas, para siempre,
se presipito aquel rio sagrado.
Cinco millas de serpiente, como en un laberinto,
siguió el sagrado río por valles y riscos,
hacia aquellas cavernas que no ha medido el hombre,
y se hundió con estruendo en un mar sin vida:
y en medio del fragor, oyó Kubla, lejanas,
las voces de otros tiempos, augurio de la guerra.
La sombra de la cúpula deliciosa flotaba
encima de las ondas,
y allí se oía aquel rumor mezclado
del agua y las cavernas.
¡Oh, singular, maravillosa fábrica:
sobre heladas cavernas la cúpula de sol!
Un día, en mis ensueños,
una joven aparecia con un salterio
procedente de Abisinia
y aquella doncella pulsaba el salterio;
cantando las montañas de Aboré.
Si revivir lograra en mis entrañas
su música y su canto,
tal fuera mi delicia,
que con la melodía potente y sostenida
alzaría en el aire aquella cúpula,
la cúpula de sol y las cavernas de hielo.
Y cuantos me escucharan las verían
y todos clamarían: «¡Deteneos!
¡Ved sus ojos de fuego y su cabello loco!
Tres círculos trazad en torno suyo
y los ojos cerrad con sagrado miedo ,
pues se nutrió con néctar de las flores
y la leche probó del Paraíso».
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