"Me entraste al fondo de tu noche ebrio
de claridad". ("Mandorla")
Que así entre 2021.
poesia en la calle, desde la calle, la palabra tomando la palabra, la palabra es lo unico que sigue siendo de todos pero sobre todo alcanza su maximo poder en boca de la pobreza. La poesia es nuestra arma favorita. Los poetas, nuestros destiladores magnificos.
"Me entraste al fondo de tu noche ebrio
de claridad". ("Mandorla")
Que así entre 2021.
En los últimos meses hubo en España una polémica suscitada por la antología publicada por Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla; vale decir, las respectivas reseñas, las respuestas a algunas de ellas, la ampliación del problema a la discusión sobre las vanguardias, etc. Como le dije no hace mucho a Mario Campaña, poeta ecuatoriano, antologador de poesía latinoamericana y participante activo de esas idas y vueltas, tengo la sensación de que el problema en sí no es el del lapso que se le atribuye a los distintos momentos de la vanguardia –concepto que, como bien señalara Borges, corresponde más al léxico militar que a las categorías estéticas y que, si se me permite, a esta altura del partido, atrasa–, sino a un malentendido mayor que pasa por el abismo cada vez más grande que existe entre lo que se escribe y piensa España e Latinoamérica.
Eso le escribí al crítico Ignacio Echevarría, suerte de “árbitro” de la polémica desde las páginas de la revista Contexto (https://ctxt.es/). Me contestó sobresaltado: “Lo que planteas en él abre un debate siempre pendiente, el de las relaciones culturales en el ámbito hispánico. Pero estimo que tiene muy poco que ver con la reflexión que nos proponemos encauzar en CTXT sobre los alcances de la vanguardia. Tu intervención, al menos en este marco (fuera de él podemos plantearla, si quieres, en otro momento), desvía el debate en una dirección que a mí, personalmente, no me interesa. Repito que no me cierro a plantear la cuestión que abordas, sobre la que me encantaría conversar llegada la ocasión. Sin duda compartimos no pocas apreciaciones, por mucho que en otras discrepemos. Pero mi experiencia me dicta que dar tu artículo ahora supone abrir una caja de truenos que en nada va a iluminar el asunto considerado, y sí en cambio desvirtuar cualquier amago de discusión. Al parecer tú crees que el diálogo en esta materia no es posible. Nosotros pensamos que sí y por el momento lo vamos a intentar”.
Echevarría tiene razón. Yo no creo posible el diálogo, pero no por las razones que él supone, sino porque tengo la impresión de que, como en las polémicas medievales, usamos palabras que nos son aparentemente comunes, pero cuyo significado no es el mismo. Me explico: del mismo modo que en España se habla de “izquierdas”, así en plural, y en Latinoamérica, de “izquierda”, así en singular, en muchos otros aspectos, tanto políticos como culturales nombramos las cosas con un mismo término que de uno y otro lado no significan lo mismo. En el caso específico de la polémica generada por la antología de Bonet y Bonilla, muy criticada por algunos latinoamericanos que viven en España, habría que decir que para que haya habido una “vanguardia”, también debió haber existido antes una “academia” contra la cual esa vanguardia se rebeló. Puede que sea el caso de España, pero las llamadas vanguardias latinoamericanas –ya se trate de la generación del 22 argentina, de la poesía antropófaga brasileña o de otros hitos tempranos que rechazaron alguna forma de tradición– prácticamente no se rebelaron contra otra cosa más que contra el modernismo hispanoamericano, que, de ninguna manera fue académico, sino apenas un movimiento previo que, como todo movimiento artístico, en algún momento se anquilosó. Dicho esto, podría leerse el gesto vanguardista, o bien como un resultado natural de la evolución del modernismo (cfr. los aspectos más nacionalistas de la poesía de José Martí o Leopoldo Lugones) o como un gesto meramente imitativo respecto de Francia (nunca España), que se llevó a cabo con toda naturalidad. Por eso de este lado del Atlántico hubo Huidobro, Vallejo, Girondo, Macedonio Fernández, etc. España, en cambio, no produjo nada que realmente subvirtiera el lenguaje poético de Hispanoamérica, al menos hasta Poeta en Nueva York, de Lorca. Y eso no es blasón suficiente que autorice a España a instalarse en el papel de administradora y jueza de la idea de vanguardia, sino apenas un dato de la historia literaria que, convengamos, no es la historia de la literatura.
Sin embargo, hay un equívoco incluso más importante. Lamentablemente, más allá de su poderosa industria editorial –que es asunto de mercado y no de literatura– España no ha hecho gran cosa para ganarse el título de árbitro de nada, entre otras cosas, porque, aunque la circulación que permiten las comunicaciones actuales deberían alentar la curiosidad y permitir mayores contactos, tengo la impresión de que nada ha cambiado desde la época en que había que esperar el viaje de alguien o, en segundo lugar, el correo para entender por dónde andaba cada uno. Dicho de otro modo, las referencias que España tiene sobre lo que pasa en Latinoamérica, con suerte, corresponden a lo que aquí ocurría hace por lo menos dos décadas y, en más de una oportunidad, las novedades le llegan una vez luego de haber sido “aprobadas” en Francia, Alemania, Gran Bretaña o, eventualmente, los Estados Unidos, lo cual, si se me permite, denota un cierto complejo de inferioridad como para producir juicios propios. Los ejemplos sobran.
En el ámbito de la poesía argentina –que, en todo caso, es el que más me interesa– he observado en varias oportunidades el asombro manifiesto de interlocutores españoles, cultos y avisados, cuando en Buenos Aires se les ha dicho que nadie lee ni escribe como Leopoldo Lugones, que figuras como las de Enrique Molina, Juan Gelman o Alejandra Pizarnik –más allá de la importancia que el juicio de cada cual les asigne– atraviesan en estos momentos un período poco feliz en la consideración de los jóvenes y que, desde la perspectiva opuesta, poetas como Edgar Bayley, Joaquín O. Giannuzzi, Leónidas Lamborghini, Francisco Madariaga, Amelia Biagioni, Héctor Viel Temperley Hugo Padeletti, Juana Bignozzi o Arnaldo Calveyra ocupan desde hace al menos tres décadas el centro del escenario, habiéndose convertido en las voces más influyentes para, al menos, tres generaciones. Dicho de otro modo, una discusión así planteada, por falta de información, no conduciría a ninguna parte. Y si este mismo caso se llevara al resto de los países de Latinoamérica, la conclusión no sería muy distinta.
Desde este lado del mundo hemos hecho el esfuerzo por tratar de enterarnos de lo que ocurre en las otras provincias de la lengua. Y al “contrabando” de libros de los años ochenta sucedió Internet que terminó por aclarar muchas cosas. Recuerdo, por ejemplo, que durante mis diez años en la redacción de Diario de Poesía nos costó mucho entrar en contacto con nuestros pares mexicanos. Una generación después, cualquier poeta joven argentino conocía a sus equivalentes de México, de Colombia, de Venezuela, de Ecuador, de Perú, de Chile y, por supuesto, de Uruguay. Pocos, sin embargo, saben lo que pasa en España. Acaso toda esa la ultrapromocionada “nueva sentimentalidad” y la “poesía de la experiencia” contribuyeron a ese desinterés manifiesto, y acaso injusto, que, a la distancia y considerando los puestos de poder adquiridos por algunos de los exponentes de esas tendencias líricas, hoy parece muy difícil remontar. Ésa es una explicación. Otra, que los cambios en la prosodia del castellano de una y otra parte del mundo han hecho que un poeta español esté más cerca de la tradición y tenga un mayor apego por las formas fijas que el que, grosso modo, tiene un poeta de las otras provincias de la lengua, sometidas no a un momento de “vanguardia”, sino a muchos que, por las razones expresadas, España desconoce.
Tal vez sea inevitable que esa bifurcación prosódica hoy resulte poco menos que insalvable. Si uno compara, por ejemplo, la poesía de los Estados Unidos con la de Gran Bretaña, comprobará algo similar. Y si se hiciera la misma experiencia entre la poesía de inglesa respecto de la irlandesa, la separación sería aun mayor. Sin embargo, ningún irlandés toleraría hoy que un inglés intentara legislar sobre el rumbo asumido por la poesía de Irlanda por el mero hecho de hablar una lengua parecida. ¿Por qué, desde las provincias americanas de la lengua, deberíamos aceptar entonces el juicio español?
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Buenos Aires Poetry, 2020
Hay violencia en sobrevivir a estas letras, mejor morir en ellas (Selección de textos) Por Natacha G. Mendoza
Cierra bien la puerta, que no entre la guerra de cada mañana, ni los truenos de la última tormenta; ciérrala con todas las llaves, con veinte cerrojos, te ayudaré con ese tablón. Quiero que vivamos en este espacio para siempre, alejados de los gritos; vamos a escondernos bajo la cama, o mejor la rompemos, total, el amor se nos está derramando, y no habrá manera de sobrevivir a todo esto.
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La tormenta se había formado, pero ella insistía en ignorar su violencia. “No es para tanto” repetía mientras miraba a través del ventanal. Su figura se vestía de milagro, aquel fondo gris, mojado y desparejo, la elevaba a una potencia inexplicable. Nunca entendí las matemáticas, tampoco soy un tipo de letras, más bien me arrastro tras sus palabras, ella dice “no es para tanto” y a mí los truenos que están bombardeando el jardín me parten en mil. Ya lo he dicho, odio los números cuando de ella se trata, cuando debo explicar la cantidad de veces que la miro al día, o la suma de sus manos dibujando mi espalda. Odio las palabras porque están lejos de la realidad que vivo, cuelgan por los tejados, se burlan, mientras intento decirle, “hace lluvia torrencial, aléjate de esa ventana” y es mentira, porque el torrente está en mi boca, sin que pueda explicarle con esta voz lo que supone tenerla cada día cerca, y claro, hay tormenta, se quiebran techos, las ramas caen con violencia, y ahora el viento casi huracanado, así como las matemáticas o las letras, o este amor que se dedica a dejarme de rodillas mientras ella insiste… “no es para tanto”.
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Nunca conocí a Dios. Siempre lo imaginé alto, barba larga y con barriga. No sé, hay gente que asegura conocerle bien. Otros, lo han perdido en alguna plegaria. No he podido encontrarlo, para decir verdad, no he puesto ningún empeño. Quizá me de igual todo ese rollo de un ser superior que de alguna forma vela pro nobis pecadores y bla, bla. Cuando era niña, prestaba mucha atención a los cuentos. Mi abuelo narraba historias, mi padre las gritaba, y mi madre, las mentía. Ahora, en esta soledad tan pulcra, me doy cuenta de que nunca conocí a ese Dios, siempre fueron otros los que hablaban de él. O tal vez, esté equivocada, y aquel día que vi a Juan, y me enamoré para siempre, no sé, ese día todo parecía un milagro, hasta la luz soltaba estrellitas, y Juan se cubría con todo ese escenario, y yo me arrodillé… yo me sigo arrodillando.
*
El cambio climático azotando mi ventana, los libros apilados en el suelo, este despeinado aullando por los hombros. Debo entender que los lunes tienen esa especie de invierno incorporado, esa sintonía que se repite y repite desde que te levantas hasta que mueres en el sofá. Tengo un lunes en cada hora, un lunes en el café, se me enreda otro en el cajón de las bragas. Hay lunes en todas las estanterías, en mis uñas y en el grito de un portazo. No puedo recordar dónde he dejado mi peine… debo salir, los lunes están apoderándose de esta casa, de mis papeles, del tiempo que choca contra el reloj de pared. He olvidado tu nombre junto a la mesa de luz, iré a buscarte para utilizarlo, quiero desarmar la semana, deshacer cada hoy, contigo.
*
Me arde la sangre que no te toca.
*
Me pregunto si algún día, podré regresar a la vida después de haber soñado tanto.
*
Perdí el tren de las ocho. No hay trenes dónde vivo, pero juro que sentí como pasó delante de mí a toda velocidad, ese vértigo de acero.
*
La tarde me escupía el otoño a la cara. El camino a casa no se hacía largo, simplemente yo no quería llegar, no sé, era uno de esos días en los que la borrachera del trabajo me había dejado con una resaca espectacular y un insoportable dolor de cabeza. No, definitivamente no quería llegar a casa. La calle se estiraba cada vez más, los portones tomaban distancias importantes entre ellos. Me detuve, pensé que entre tanta puerta de hogares dignos podría asomarse alguna entrada al infierno. No tardó en aparecer, y como esperaba, el acceso era tenebroso. Costaba entender que se trataba de un bar, pero el color rojo de sus paredes y las escaleras que descendí lo pusieron fácil. Sin pensarlo mucho me encontré en la barra, mis brazos se quedaron pegados en la superficie, era un sitio sucio, hueco, lleno de botellas vacías, espejos oxidados y una luz amarillenta que te hacía parecer un cadáver. Estaba claro que de ahí saldría con la resaca completamente aniquilada o bien, con las piernas por delante, de hecho hubo un instante en el que pensé que simplemente no saldría…
-¿Y usted señorita, qué diablos quiere tomar?
Sí, era el amo del infierno. Se dirigía a mí para intentar venderme una copa de la manera más educada que le era posible.
-¿¡Qué le pongo!?
-Lo que le de la gana, desde aquí veo que mis posibilidades son escasas.
El tipo sacó su peor mirada, logró intimidarme un poco. Tomó una botella llena de polvo húmedo de la estantería, no había etiquetas. Volvió a enfrentarme, había recogido su mala leche, sólo me miraba de manera desafiante. Entendí de inmediato que me pondría a prueba con el maldito licor que me estaba sirviendo. El líquido tardaba en salir de la botella, algo en su interior dificultaba esa tarea.
-¿Qué es eso que se ve dentro? ¿Un lagarto?
-No.
-¿De qué réptil se trata? Pregunté con ironía.
-Es una cría de serpiente.
El tipo volvió a mirarme con esos ojos. Tenía la certeza de que no tocaría el vaso que me había servido.
-Aquí tiene señorita.
Una sonrisa intentó colarse por sus músculos, pero estos, cansados de estar completamente encabronados, no permitieron nada más. Saqué de mi cartera un billete, lo planté en la barra.
-No tengo cambio- gruñó -Pues yo no tengo otra cosa.
-Si se lo toma, no le cobraré.
Estaba jodida, mi orgullo no me permitiría salir de allí con el rabo entre las piernas, y el estómago me tenía completamente presa del asco.
-Veo que tendrá que pagarme- Susurró.
Sus ojos inyectados en los míos, pendientes de mi fragilidad y del billete de cincuenta que había puesto cerca del vaso. Levanté la cara, acepté su mirada, la enfrenté, la retuve, extendí la mano, tomé el vaso y sin cerrar los ojos apuré el licor de un solo trago. El tipo sonrió, esta vez con toda la cara. Me devolvió el billete, mientras, ese líquido inflamable, recorría mi esófago, y caía en el estómago nublándome la vista…
-¡¿Qué carajo quiere tomar?!
Su voz me hizo reaccionar, las luces del lugar se habían apagado, sentía una humedad cálida por todo el cuerpo…
-¡¿Qué le pongo?!
Quería contestarle, pero mi boca no respondía, no podía ver nada. De pronto sentí como si navegara, todo se movía a mi alrededor…
-¿Qué es eso que se ve dentro de la botella? ¿Un lagarto?
Esa, no era mi voz…
-No. Es una hermosa y atrevida serpiente.
(De Los bares del diablo)
*
Arranqué todas las sombras de tu voz…
soy extranjera en este silencio.
*
Cuando conocí a Lorena, sabía que no regresaría ileso. De hecho, nunca regresé. De niños patinábamos en la plaza mayor, había una explanada circular, nos apretábamos las manos para rodar de forma interminable. No quería mirarla porque sabía que caería sin remedio, me encantaba escuchar su risa, eran hermosos quejidos que rebotaban en la velocidad de nuestras vueltas. A veces, se adelantaba tímidamente, entonces podía ver su pelo ondear como un poema que se le escapaba al viento. Y yo era un preso de esa infancia, de toda la crueldad con la que ejercía nuestra amistad. No sabía estar sin ella, y el patinaje, se transformó en horas de estudio, en ajedrez, en salir a correr juntos, y el verano llegó cuando a Lorena le nacieron los pechos. No supe entenderlo, mi niña era como un credo al que no podía acceder. El calor que nos invadió ese agosto, la llevó bajo mi ventana, con aquel bañador azul. Supe que no saldría con vida de esa noche. Su risa era diferente, había un tono distinto, su mirada, hasta la piel. La mujer que tenía escondida estaba aflorando sin piedad. Yo no sabía cómo sacar al hombre que aún no lo intentaba. Y Lorena sacudiendo el agua para mojarme, mientras la luna la curtía de forma milagrosa. Quise abrazarme para desaparecer, cerré los ojos mareado. Pero ella, que ya tenía cierta hambre, mordió mi boca, no supe seguir sin tropezar con la impaciencia, con su bañador, con el oleaje, no supe aferrarme a su mano mientras patinábamos en círculos, sólo caí, caí… caí tantas veces que ella, no pudo esperarme.
La Casa Encendida de Fundación Montemadrid presenta la sexta edición de She Makes Noise, el festival de música electrónica que este año se convierte en una experiencia híbrida con conciertos presenciales y online que tienen lugar del 22 al 25 de octubre. Activismo, participación, afrofuturismo y teorías postfeministas son conceptos que atraviesan el festival, que continúa apostando por la experimentación y el riesgo en sus propuestas, sin dejar de lado los cuidados y la difusión del trabajo del tejido cultural más cercano.
Esta edición llega marcada por el coronavirus: nunca se ha estado tan cerca de una distopía de ficción y de una disrupción total ante el sistema, por lo que ¡Cambiarlo todo! es una de las consignas de la nueva era a la que se suma el festival.
Tras contar con artistas internacionales de la talla de Susanne Kirchmayr aka Electric Indigo en la pasada edición y con la presentación en Madrid de artistas como Pan Daijing, Klein, Nkisi, Puce Mary o Elysia Crampton, el festival sigue indagando musicalmente más allá de los circuitos comerciales para seguir compartiendo, por primera vez en España, artistas destacadas dentro de las distintas disciplinas que conforman la música electrónica. She Makes Noise 2020 cuenta con la presentación de la artista ugandesa Catu Diosis, miembro activo del colectivo Nyege Nyege, y que ofrece un dj set en streaming.
Además de su carácter internacional, She Makes Noise pretende, más que nunca, conectar con la escena local y establecer vínculos mayores con el territorio. El opening (22 de octubre) corre a cargo de Tutu y Okkre, dos grandes selectoras y productoras de música electrónica que conectan y se encuentran, por primera vez, en un mismo escenario y en un dj set completamente nuevo. El afrobeat y la diversidad de sonidos de la diáspora negra están presentes en el festival el viernes 23 de octubre con los set audiovisuales de VEINN y MBODJ, dos artistas que mezclan la música de raíz con la cultura de club, dotando además de discurso sociopolítico a cada una de sus sesiones. La electrónica oscura y de texturas es la protagonista de la doble sesión del sábado 24 con la propuesta audiovisual Afterimage, que surge de la colaboración entre nara is neus y Sasha Smirnova y el espectáculo audiovisual de Marina Herlop, una pianista que experimenta con los ritmos electrónicos más envolventes.
Los conciertos que tienen lugar en el Patio de La Casa Encendida se retransmiten también en streaming y estarán disponibles en el canal de YouTube de La Casa Encendida durante un mes.
La programación incluye el concierto familiar de cassettes que ofrece el domingo 25 Sarah Rasines con su proyecto Crystal Mine; el workshop de arte visual Visualizar el sonido con Anna Díaz, de Hamil Industries; y la charla-encuentro online El ahora de la música electrónica y las artes visuales, donde tres de las artistas invitadas de esta edición reflexionan sobre la situación actual.
El festival se completa con un ciclo de cine compuesto por películas de estreno. Este año la programación presta especial atención a las personas mayores con la sesión Una fuerza arrolladora, que incluye tres obras dedicadas a una serie de artistas: Beatriz Ferreyra, Beverly Glenn-Copeland y las artistas del patchwork de Gee’s Bend, quienes rompen con los estereotipos asociados a la vejez, desbordando energía en un momento de plenitud creativa.
Junto a esta sesión se presentan otros dos largometrajes: Gli appunti di Anna Azzori / uno specchio che viaggia nel tempo, de Constanze Ruhm, que se estrena en España tras ser presentada en algunos de los festivales de cine más prestigiosos y reflexiona sobre la evolución del movimiento feminista en los últimos años; y Mamá, mamá, mamá, ópera prima de la cineasta argentina Sol Berruezo Pichon-Rivière que fue premiada en la última edición del Festival de Berlín y clausura el festival She Makes Noise 2020.
El festival está comisariado por Playtime Audiovisuales: Natalia Piñuel Martín (música y actividades) y Enrique Piñuel Martín (cine) y cuenta con el patrocinio de Cervezas Alhambra y la colaboración de Goethe Institut.
PROGRAMA
Conciertos
22 de octubre
Un set, back to back, con todo el potencial de dos grandes selectoras y productoras de música electrónica que conectan y se encuentran, por primera vez, en un mismo escenario.
Con motivo del opening de She Makes Noise presentan un viaje sensorial donde crean juntas una actuación única. Como compañeras, Tutu & Okkre cuentan con retar, entretenerse ellas y divertir, construyendo un set completamente nuevo desde sus distintas visiones.
Gemma Planell aka Tutu se presenta por primera vez en el festival. Sus sesiones nunca son simplemente una sucesión de tracks. Con sutileza narrativa aportan una idea, un concepto que recorre toda la sesión por debajo, a modo de hilo conductor. Muy diversa en sus recorridos, puede pinchar desde bass music a trance, pasando por acid techno, ritmos tribales, psicodelia o grime experimental; todo ello en un mismo set. Tutu participa en She Makes Noise después de haber pasado por el Sónar, el mítico club Tresor de Berlin o el Golden Pudel de Hamburgo.
Uge Pañeda aka Okkre regresa como artista invitada al festival. Okkre presentó su potente espectáculo ‘Arkhé’ en Madrid en 2018 y estuvo presente en la primera edición como miembro del dúo LCC. Su música es ambient, techno, dark, inmersiva y poliédrica. Pocas como ella saben cómo hacer que las neuronas bailen en el cerebro al mismo ritmo que lo hacen los pies en la pista.
23 de octubre
El afrobeat y la diversidad de sonidos de la diáspora negra vuelven a estar presentes en el festival con las actuaciones de dos artistas y promotoras de música que saben mezclar la música de raíz con la cultura de club, dotando además de discurso sociopolítico a cada una de sus sesiones.
VEINN (A/V set)
Vanessa VEINN es una de las dj´s y promotoras musicales más relevantes de la escena electrónica en Madrid. Su interés por la música producida en África, como germen y nodo de la música actual, se remonta al tiempo que vivió en Senegal y tomó contacto con el Mbalax. En 2013 empezó a pinchar mientras residía en Sudáfrica, especializándose en afrobass. Es cofundadora de Wiriko, magazine digital sobre cultura y arte contemporáneo africano y del colectivo Sonidero Mandril, desde donde promueve el tropicalismo. En paralelo, trabaja como promotora musical independiente organizando las fiestas de Moto Kiatu y FEMBASS.
En su actuación, contará con la colaboración de Fabi Simonetti aka NIDRA en los visuales.
MBODJ (A/V set)
Mbodj es el nombre bajo el que la selectora musical y dj Maguette Dieng difunde toda la diversidad de sonidos que le atraviesan. En sus sets mezcla el gqom (género de música electrónica de baile que surgió a principios de la década de 2010 en Durban, Sudáfrica), el jungle o la electrónica experimental de club, con especial debilidad por el bass, las rarezas y los sonidos más avanzados. Su fantasía heterodoxa pretende deconstruir esa idea de monogamia musical que tanto limita la creatividad y la naturaleza de cualquier persona que quiera crear y compartir experiencias de baile y escucha. En poco más de año y medio, MBODJ se ha hecho referente de la escena barcelonesa, pasando por algunos de los clubes más relevantes de su ciudad como Razzmatazz, Apolo, Garage 442 o Laut. También forma parte del colectivo Jokkoo, cuya misión es difundir sonidos electrónicos provenientes de la diáspora negra a través de sus eventos y un programa mensual de radio en dublab.es.Catu Diosis. Dj set online
La primera actuación en España de la artista ugandesa tiene lugar a través de un set online cargado de energía positiva y toda la fuerza, diversidad rítmica y emoción de esas latitudes.
No es fácil emocionar en la pista de baile pero ella lo consigue. La artista de Kampala (Uganda) se ha embarcado en el último año en una gran gira europea que le ha llevado a actuar en el CTM de Berlín, las noches del Botánico en Bruselas, el Summer Nostos en Grecia o el Wilderness Festival.
Catu Diosis es dj, productora musical, periodista y empresaria cultural, donde, a través del proyecto Rackless Kazi organiza talleres en su ciudad natal con jóvenes aspirantes a dj. Es miembro activo del colectivo Ugandan Nyege Nyege, que está revolucionando no sólo la música electrónica sino la perspectiva de género y postcolonial. Además, participa en el Nyege Nyege Festival desde la edición de 2017.
24 de octubre
nara is neus y Sasha Smirnova presentan Afterimage + Marina Herlop feat
La electrónica oscura y de texturas es la protagonista de esta sesión doble. La propuesta audiovisual Afterimage que surge de la colaboración entre nara is neus y Sasha Smirnova dará paso al espectáculo audiovisual de Marina Herlop, pianista que experimenta con los ritmos electrónicos más envolventes.
Live A/V Afterimage nara is neus con la colaboración de Sasha Smirnova
Afterimage se presenta en Madrid como una performance audiovisual producida por la compositora electroacústica nara is neus junto a la artista visual Sasha Smirnova, suponiendo un punto de encuentro entre los mundos analógico y digital. El itinerario creado lleva al público a un viaje de sonidos e imágenes, repleto de sabores oscuros, melancólicos y nostálgicos.
nara is neus es una emergente productora musical de Sabadell que trabaja con sonidos oscuros y ambientales, descubriendo nuevos tonos y texturas. Su sonido transita entre el low-rpm, la música experimental y drone, generando composiciones que crecen en base a pinceladas continuas que ofrecen diferentes intensidades -del silencio al noise-, creando ondas sugerentes donde la armonía es más un significado que un propósito.
Sasha Smirnova es una artista visual que explora los medios digitales para performances e instalaciones audiovisuales. Con su trabajo trata de combinar la práctica artística con el mundo de la noche, buscando combinaciones inesperadas de formas y colores que llevan a las secuencias y crean un feedback loop de las experiencias visuales. Su trabajo se ha visto en Mutek, CTM Berlín como parte del MusicMakers HackLab y el Parallel, entre otras citas internacionales.
Marina Herlop feat. iTUNES10.2. LIVE A/V
Herlop presenta su espectáculo audiovisual de piano, electrónica y visuales, en colaboración con el escurridizo iTUNES10.2. La propuesta se basa en nuevas composiciones donde, a su formación clásica, incorpora su nuevo amor por los sonidos, ritmos y texturas electrónicas. Virtuosa del piano desde niña, en los últimos años se ha dedicado a desmontar teorías y destrozar los límites de su propia propuesta, intercalando a sus composiciones capas y capas de electrónica y sintetizadores, hiladas con una voz única y atrevida. Lo que define a Marina Herlop es la necesidad de futuro y de encontrar pasajes y fórmulas que le transmitan, tanto a ella misma como al público, el otro lado.
25 de octubre
Crystal Mine con Sarah Rasines
Concierto de cassettes bajo el lema DIY. Crystal Mine es un proyecto múltiple que combina la experimentación sonora y musical con el contenido metaliterario. Perfecto para disfrutar En Familia.
Crystal Mine surge en 2018 para promover el intercambio de música bajo la filosofía del anticopyright y la autoedición. En 2019, Sarah Rasines presenta Crystal Mine Radio para Radio Relativa, un programa con periodicidad bimensual en el que se exploran las últimas tendencias y los intereses del sello a través de diferentes formatos. Ésta es la primera vez que presenta su trabajo en Madrid.
Sarah Rasines vive y trabaja en Burgos. Es artista sonora y visual. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia. Compagina la creación artística con la investigación en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, donde ha formado parte activa del Grupo de Investigación Ikersoinu (Investigación Sonora y Espacio Artístico). Su campo de trabajo es intermedio, relacionado con los procesos temporales y los medios experimentales. Además, es gestora cultural.
Edad recomendada: +5 años.
El ahora de la música electrónica y las artes visuales
Encuentro online con las artistas Anna Díaz, Okkre y VEINN moderado por la comisaria de She Makes Noise Natalia Piñuel Martín.
El mundo entero, tal como lo conocíamos, está desde hace meses en un profundo proceso de transformación que afecta también a la cultura y los espectáculos audiovisuales. La creación artística no ha parado ni nunca lo hará pero sí los espacios donde compartir. Frente al cierre físico de museos, centros culturales y espacios independientes, se han empezado a generar experiencias online.
Esta nueva realidad genera dudas y preguntas. ¿Son la hiperconectividad y la exposición digital realmente sostenibles? ¿Cómo se ha afrontado el cierre y cancelación de los macrofestivales de música y salas durante el pasado verano? Más allá de las medidas de seguridad que se vayan adoptando frente al virus, ¿habría que repensar estos modelos de cultura masiva? ¿Saldremos reforzados de la pandemia? ¿Todos esos indicadores del impacto medioambiental harán posible una cultura y entretenimiento más eco-sostenible?
Todas estas cuestiones acerca de la fragilidad del sector, la precariedad económica pero también la voluntad de cambio, se abordan en esta conversación que modela Natalia Piñuel con tres de las artistas invitadas este año al festival She Makes Noise. También se aborda la pregunta más importante: ¿Y ahora qué?
TALLER
22 y 23 de octubre
A partir de su experiencia en el estudio Hamill Industries, Anna Díaz compartirá las técnicas y procesos que ha ido desarrollando, en cada una de sus colaboraciones con artistas como Floating Points, firmas como Adidas e Instituciones como el museo MACBA, para representar el sonido en el medio digital y audiovisual.
Anna Díaz es co-fundadora de Hamill Industries, prestigioso estudio visual y digital con base en Barcelona que trabaja para cine, publicidad y productores de música electrónica. A lo largo de las dos jornadas del taller, se creará conjuntamente una obra en la que poner de manifiesto la interacción entre audio y representación visual. Se realizará un experimento común a manera de Jam Visual- Musical, con el objetivo traducir la vibración del sonido a luz, a partir de una de sus últimas piezas; “Additive Vibrations”. También habrá una parte teórica como recorrido histórico de estas prácticas artísticas, haciendo especial hincapié en las mujeres creadoras de música-visual.
Hamill Industries es un estudio creativo especializado en la convergencia de la tecnología y las artes. Desarrollan proyectos de innovación gracias a la tecnología, el diseño evocador y las imágenes, creando nuevos formatos de comunicación visual.
El estudio, formado por Pablo Barquín y Anna Díaz, lleva a cabo investigaciones artísticas y tecnológicas en el campo de las artes visuales y la visualización del sonido, combinando nuevos medios y tecnologías experimentales innovadoras con inventos mecánicos inspirados en las vanguardias y las películas de ciencia ficción, enlazando así las últimas tecnologías digitales con la artesanía.
Anna Díaz trabaja en múltiples medios, incluyendo publicidad, videos musicales, instalaciones de arte y actuaciones en vivo. Sus trabajos han ganado reconocimiento internacional en publicaciones especializadas (It’s Nice That, Deezen o The Creators Project) y premios como el LAUS GOLD 15 y menciones especiales en el STARTS PRIZE AWARD ‘16. Desde 2015, han estado de gira por todo el mundo junto con Floating Points creando sus fascinantes espectáculos visuales, y han presentado su trabajo en festivales e instituciones como SONAR Festival, ARS Electronica y The Barbican – London.
CICLO DE CINE SHE MAKES NOISE
23 de octubre
Gli appunti di Anna Azzori / Uno specchio che viaggia nel tempo, de Constanze Ruhm. Austria / Alemania / Francia. 2020. 72′. VOSE
Estreno en España de esta cinta que analiza los recursos de la puesta en escena del cine documental que se apropia de unas figuras en blanco y negro para resignificarlas en el presente, elaborando un casting utópico, de ecos posfeministas, en el que persiste el lema “Non abbiamo paura» (No tenemos miedo), y refleja la evolución del movimiento feminista en Italia en los últimos años.
Los cineastas italianos Alberto Grifi y Massimo Sarchielli ayudaron a Anna Azorri, una joven embarazada que necesitaba dinero y que vivía en las calles de Roma, a cambio de grabarla para lo que acabaría siendo su documental Anna (1975). Según la cineasta Constanze Ruhm, lo hicieron “con una perspectiva cercana y a la vez distante”, dado que se trataba de hombres analizando la vida de una mujer en una sociedad discriminatoria y patriarcal.
La película se estrenó en la Berlinale 2020 y posteriormente ha sido seleccionada en prestigiosos festivales internacionales como FidMarseille (Francia), Jeonju (Corea del sur) o el Festival de Mar del Plata (Argentina) siendo éste su estreno en España.
Constanze Ruhm (Viena, 1965) es artista visual, comisaria de arte y docente. Desarrolla su actividad entre Berlín y Viena. Sus proyectos artísticos (instalaciones, película, textos) abordan temas vinculados con la representación de la identidad y la cuestión de género, cuestionando las relaciones de dominación que se ejercen dentro de las producciones cinematográficas e investigando las conexiones entre el cine y los nuevos medios.
24 de octubre
Esta sesión busca cuestionar los estereotipos de la vejez a través de tres obras -estrenos en España- que se centran en la vida de personas mayores llenas de fuerza y vivencias que compartir y se encuentran en un momento de plenitud creativa.
El gran tabú del siglo XXI sigue siendo envejecer. Pese a que las perspectivas de vida cada vez son mayores, la sociedad está más orientada a los jóvenes y el rechazo a la vejez está más presente que nunca. Juventud, belleza, consumo, éxito son las cualidades que priman hoy en día y la experiencia y la sabiduría adquirida por el paso del tiempo cada vez son consideradas menos importantes, mientras se sigue fomentando el estereotipo de que las personas mayores son un estorbo, incapaces de aportar nada nuevo, que su tiempo ya pasó.
While I yet live, de Maris Curran. EE.UU., 2018. 14’. VOSE
Retrato de un grupo de mujeres afroamericanas de Gee’s Bend (Alabama) una comunidad rural que desempeñó un papel fundamental durante el movimiento por los Derechos Civiles. Todas ellas trabajan desde hace décadas el arte del patchwork haciendo espectaculares edredones con restos de ropa impregnada de historias de amistad, luchas, dolor y vida.
When I yet live se estrenó internacionalmente en la Berlinale 2018, recorriendo después numerosos festivales por todo el mundo: Los Ángeles, Hong Kong, Bogotá, Uppsala, San Francisco o Riga. Su presentación en She Makes Noise supone su estreno en España.
Maris Curran. Directora y productora norteamericana, tiene un máster en Bellas Artes por School of the Art Institute of Chicago. Posteriormente cursó los estudios del programa de arte independiente del Whitney Museum of American Arts en Nueva York, siendo becada con la Fullbright Fellow. Hasta la fecha ha dirigido un largometraje, Five nights in Maine (2015) y dos cortometrajes, The man is the music (2016) y When I yet live (2018) con los que ha participado en festivales como los de Toronto, Berlín, Tribecca o Sheffiel docs.
Making a diagonal with music. A short film about Beatriz Ferreyra, de Aura Satz. 2020. Reino Unido, 2010. 10′. VO
Pionera de la música electroacústica, la compositora argentina Beatriz Ferreyra reflexiona en la película sobre el montaje sonoro, sus técnicas de grabación y la búsqueda de sonidos en elementos de la vida diaria, desde una puerta que chirrían al ladrido de un perro.
El minimalista retrato que Satz nos ofrece de Ferreyra es capaz de transmitir con pequeños detalles y gestos toda la magia y pasión que pone en su trabajo.
La película tuvo su estreno internacional en el Festival de Rotterdam 2020 (Países Bajos). La obra también ha sido presentada en festivales como Oberhausen (Alemania), IndieLisboa (Portugal) o Doc Fortnight en Nueva York y éste es su estreno en España.
Aura Satz (Barcelona, 1974) actualmente tiene su base en Londres, donde es reader y tutora del Royal College of Art. Su práctica artística abarca cine, sonido, performance y escultura. Ha actuado, exhibido y proyectado su trabajo a nivel internacional, en centros de arte como Tate Modern, Tate Britain, Whitechapel Gallery, MoMA, la bienal de Sydney o festivales como BFI Londres o New York Film Festival.
Keyboard Fantasies: The Beverly Glenn-Copeland Story, de Posy Dixon. Reino Unido, Canadá, Bélgica, Paises Bajos, EE.UU., 2019. 63’. VOSE
Beverly Glenn-Copeland siempre se ha movido en los márgenes de la sociedad. Única estudiante negra de música clásica en The McGuill Music Academy de Canadá, ya en los primeros años 60 mostraba abiertamente su homosexualidad cuando aún era un delito penal. Vivió como una mujer lesbiana hasta que se dio cuenta de que era una persona transgénero.
En 1986 grabó Keyboard Fantasies, disco de jazz electrónico que tras permanecer oculto durante mucho tiempo, fue redescubierto 30 años después y reeditado por un coleccionista de discos japonés. Ahora, con 74 años, Glenn recorre el mundo dando conciertos con las entradas agotadas. Esta película, estreno en España, cuenta su historia.
Keyboard Fantasies: Beverly Glenn-Copeland Story ha participado durante el 2020 en algunos de los festivales internacionales de cine más importantes como Rotterdam, CPH:Dox, Thessalonika, Hot Docs, Melbourne o BFI Flare.
Posy Dixon (Reino Unido, 1982) vive y trabaja en Londres. Ha desarrollado su carrera como productora y directora para Vice London. En 2014 fundó la productora audiovisual Luca, desde donde desarrolla proyectos de documentales para Chanel 4, BBC Worldwire, Vogue o Wired. Tras tres años de intensa amistad con Glenn, de investigar en sus archivos y de intercambio generacional, Posy Dixon debuta en el largometraje con Keyboard Fantasies: The Beverly Glenn-Copeland Story.
25 de octubre
‘Mamá, mamá, mamá’, de Sol Berruezo Pichon-Rivière
Estreno en Madrid de la ópera prima de la cineasta Sol Berruezo, que tuvo su estreno mundial en la Berlinale 2020, siendo premiada en la sección Generation Kplus.
Los calurosos días del verano austral se presentan bajo un halo de tristeza en la casa de Cleo. Una casa repleta de gente pero a la que le falta algo. Su abuela, tía y primas siempre están cerca y lo han estado desde que su hermana pequeña, Erin, se ahogó en la piscina. Con una madre destrozada y mentalmente ausente desde la desgracia, los cuidados, la paciencia y la ternura de todas las mujeres que habitan ahora la casa irán llenando poco a poco el vacío que las inunda.
Ópera prima de la cineasta Sol Berruezo, cuyo estreno mundial tuvo lugar en la Berlinale 2020, siendo premiada en la sección Generation Kplus.
Sol Berruezo (Argentina, 1996) es licenciada en dirección por la Universidad de cine de Buenos Aires, trabaja como directora, guionista y fotógrafa para cine, música y publicidad. Tras ganar el concurso de proyectos de Ópera Prima del INCAA en 2017, en 2020 debuta con el largometraje Mamá, mamá, mamá rodado, íntegramente, por un equipo de mujeres.
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