"¡Oh razón de estado necia! ¿qué no harás, di, si hacer sabes del delito conveniencia?",
y aquellos otros de Argenis y Poliarco: "Mas la inquietud importó de todo un reino, que no/ una vida; y el poder/ tal vez siendo interesado / el bien de su reino entero, /con capa de justiciero /mata por razón de Estado". Y no es mera coincidencia que fuese el mismo escritor el que puso en boca de la reina Cristerna de Suevia, protagonista de la comedia Afectos de odio y amor, las palabras con que justifica las leyes que decreta para dar los mismos derechos a las mujeres de que disfrutan los hombres: "Pues lidien y estudien que/ ser valientes y ser sabias/ es acción del alma, y no es/ hombre ni mujer el alma."